La académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Hilda Elena Esquivel Guillén explicó que la alopecia, ansiedad, depresión y estrés fueron algunos de los problemas que motivaron que niñas y niños en el mundo acudieran con psicólogos durante los principales meses de la pandemia.
Con motivo del Día del Niño, la especialista destacó que los menores están entre los más afectados por el confinamiento, pues requieren siempre más de la interacción con otros; algo difícil de mantener frente a una computadora, lo que también implicó un reto para maestros y padres de familia.
“No ha sido fácil. El retorno para muchos niños era algo muy deseado, y lo que he visto es que en muchos casos a los niños les volvió la vida. He tenido pacientes con depresión; alopecia; crisis de ansiedad severa por no ir a la escuela; y el retorno para los niños es una liberación de estar con sus pares y jugar”, comentó la investigadora.
Necesidad de interactuar
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México residen 31.8 millones de niñas y niños de 0 a 14 años de edad; en términos porcentuales representan 25.3% de la población total.
De ellos, 1.4 millones de 3 a 14 años hablan alguna lengua indígena; además, 1.7% de los menores de 15 años son afromexicanos o afrodescendientes.
“En la parte más difícil de la pandemia me tocó atender a chiquitos que estaban sumamente ansiosos; deprimidos; estresados por una educación en línea. No es lo mismo ir a la escuela donde se desenvuelven con sus propios recursos y son independientes para enfrentar los retos escolares, que tener que interactuar con sus compañeros con un monitor de por medio y una mamá o papá detrás vigilando y pendiente de cómo hace cada actividad, o exigiendo lo mejor de sí”, expresó Esquivel Guillén.
Pero también existe un grupo que presenta problemas para interactuar con sus compañeros; es decir, no fácilmente tienen amigos, y para ellos la educación en línea fue lo mejor porque no tenían que lidiar con nadie; sin embargo, tampoco toda la vida es estar frente a un aparato, dígase teléfono, computadora o tableta, precisa.
Gran reto para maestros y padres
Especialmente en estos casos, comentó la psicóloga clínica, si bien la tecnología facilitó seguir con la ‘vida cotidiana’ en los hogares, ahora el reto para madres, padres y maestros es regresar a los niños a la vida real para que desarrollen habilidades sociales que les servirán para una sana convivencia en la sociedad.
“La curiosidad nata de los niños los lleva a indagar en diferentes lugares y, justamente, al no tener la madurez ni el criterio de discriminar qué puede o no ser de riesgo, los pone en mayor vulnerabilidad de cualquier tipo de abuso, por lo que esa parte es un reto. Se sabe que depredadores están a la caza de estos sitios y sus estrategias. No porque el uso de aparatos se haya vuelto de uso común, se puede considerar que el niño tiene la madurez para manejarlo”, recalcó.
Para la psicóloga, los padres, hoy más que nunca, deben tener mayor comunicación con los menores para supervisar a qué sitios tienen acceso; con quiénes interactúan; y evitar que se coloquen en peligro.
También les recomendó regular el uso de esos equipos, especialmente con horarios, pues su utilización en exceso ocasiona trastornos del sueño y de la alimentación; ansiedad; incluso suicidio, debido a los retos que circulan por internet o el acoso en el ciberespacio.
Para celebrar el Día del Niño, la experta recomienda regresar a los juegos cotidianos; es decir, desarrollar una actividad física que les permita crecimiento adecuado y la función de los padres es orientarlos sobre dónde y qué pueden hacer.
De acuerdo con la universitaria, favorecer la interacción cara a cara contribuye a no estar inmersos solo en el mundo digital.
Aunque las tecnologías de la información y la comunicación nos ayudaron considerablemente en la parte difícil de la pandemia, no son sustituto de la vida real; y tampoco pueden cambiar lo que representa la relación real entre las personas.