Es común escuchar las frases de “échale ganas” y “tú puedes” para ayudar a personas con depresión y ansiedad, enfermedades que no dependen de la voluntad de las personas.
El investigador de la Universidad Veracruzana (UV), Carlos Manuel Contreras Pérez, quien durante 30 años se ha dedicado al estudio de la conducta y el cerebro, afirmó que existen mitos sobre los padecimientos emocionales, aún cuando existen tratamientos farmacológicos eficaces para su tratamiento.
“Normalmente podemos controlar la ansiedad y nuestra tristeza, pero cuando son patológicas, esas sensaciones y emociones son incontrolables, lo cual nos dice que hay partes en nuestro cerebro que no están funcionando bien”, afirmó el académico del Instituto de Neuroetología de esa universidad.
Explicó que para el diagnóstico y tratamiento de la depresión y ansiedad no es suficiente realizar estudios de gabinete sofisticados, encefalogramas, pruebas químicas y clínicas o resonancias magnéticas. La alteración de estas patologías, indicó, están en la parte más íntima de la función cerebral, en la manera en cómo se comunica una neurona con otra, por lo que se requieren de análisis más completos.
Dijo que la base de la atención para ambas enfermedades es farmacológica, ya que el riesgo principal de la depresión es el suicidio. Se conoce, agregó, que 25 por ciento de las personas deprimidas llegan a suicidarse.
“Hay tratamientos muy buenos y seguramente irán mejorando. Entre más cultura tienen las personas, es más fácil manejar la situación, de lo contrario rechazarán el tratamiento o prefieren el producto natural”, comentó a través de un comunicado de la UV.
Sin embargo, afirmó que es importante que los paciente reciban también terapias que ayuden a modificar hábitos. “Si alguien tiene hábitos que lo conducen a la ansiedad o que lo sometan continuamente a la depresión, entonces tenemos que cambiarlos”.
Existen tratamientos para la ansiedad y depresión
Carlos Contreras relató que hasta hace 60 años, por ejemplo, no existían tratamientos eficaces para atender la ansiedad y la depresión, así que alrededor de estas patologías se crearon mitos. Comentó que en esas décadas los tratamientos eran muy rudimentarios como los barbitúricos (anestésicos) que mantenían a las personas dormidas.
No había antidepresivos y esta patología sólo se atendía a través de “frases mágicas” como “échale ganas” o “tú puedes con esto”, las cuales todavía perduran porque se piensa que son enfermedades de la voluntad, lo que es «totalmente falso», enfatizó.
El especialista destacó que la ansiedad y la depresión son enfermedades del cerebro. “A principios del siglo XX, nadie sabía cómo eran las células del sistema nervioso, su estudio es apenas reciente.”
Pasadas las dos primeras décadas del siglo XX, se empezó a conocer y entender la fisiología de las neuronas y la sorpresa fue saber que todo animal tiene neuronas y todas funcionan igual, lo que cambia es la complejidad de las conexiones entre ellas, explicó Contreras Pérez.
Expuso que el ser humano es la única especie que piensa en el futuro y que tiene la capacidad de preguntarse qué va a pasar, y las respuestas a esta interrogante provocan miedos y temores que pueden generar ansiedad y/o depresión en las personas.
Detalló que los niveles normales de ansiedad nos ayudan a ponernos a salvo ante una eventualidad. Con referencia a la depresión, explicó que es un periodo de tristeza profunda, se pierde la intención de buscar a lo que hasta entonces nos producía placer, entonces ya es una situación patológica.
¿Cómo funciona el cerebreo?
A lo largo de más de 30 años, Carlos Contreras se ha interesado en saber cómo funciona el cerebro en condiciones normales y en condiciones patológicas, para ello ha usado diferentes modelos animales a fin de estudiar padecimientos humanos.
“Me he dedicado a estudiar cuáles son las partes del cerebro que tienen un mal funcionamiento y cómo las neuronas funcionan exactamente igual en todas las especies que las tienen”, señaló.
De tal manera, dijo que estas patologías las ha estudiado con ayuda de los modelos animales –especialmente en ratas–, donde se hace la transferencia de información a aspectos que puedan manejar los investigadores.
Entre las pruebas útiles para la ansiedad y la depresión, las cuales se hacen de manera controlada, están: producir en el animal un estímulo que sabemos no le gustará, el laberinto, y poner a nadar ratas sin darles esperanza de que sobrevivan, lo que ocasiona inmovilidad, pero al darles antidepresivos continúan buscando la salida.
“Mi modelo experimental favorito es el registro de neuronas, en el cual se pueden utilizar dispositivos (micro electrodos), así se obtiene la actividad que tiene una sola neurona. Vamos de una en una, en determinadas partes del cerebro que sabemos están relacionadas con esas patologías.”
Este método se complementa con la administración de antidepresivos y ansiolíticos en los animales, lo cual permite observar cómo se modifica la actividad neuronal.
“Esto nos sirve para adquirir conocimiento, tal vez algún día se encuentre una aplicación para mejorar los ansiolíticos y los antidepresivos, ya que estos últimos tardan entre dos o tres semanas en hacer efecto.”