Para vivir más y mejor la clave es tener un envejecimiento activo, condición que beneficia de manera considerable la salud física y emocional de las personas adultas mayores, aseguró Patricia Rea Ángeles, investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) e integrante del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM.
“En diversas sociedades, la vejez se ha asociado con soledad, abandono, tristeza, depresión, demencia, Alzheimer y otros tipos de enfermedades; sin embargo, son condiciones que no son exclusivas de esta etapa de la vida y que se reducen cuando las personas mayores se desenvuelven en entornos comunitarios saludables”, destacó la especialista.
De acuerdo con la OMS, el envejecimiento activo, también llamado saludable, se relaciona con el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.
Asimismo, datos del Consejo Nacional de Población (2014) y del Inegi (2015) confirman que existen más de 12 millones de viejas y viejos en nuestro país; es decir, aproximadamente 10% de la población tiene más de 60 años. Asimismo, se estima que en 2050 cerca de 23% tendrá esa edad o más, lo cual indica un proceso acelerado de envejecimiento de la población.
Aunque suelen confundirse, hay una diferencia notable entre los términos vejez y envejecimiento, aclaró la integrante del proyecto ‘Envejecimiento activo y ciudadanía; mecanismos gubernamentales para la inclusión social de las personas adultas mayores en México’, coordinado por Verónica Montes de Oca, investigadora titular del IIS.
¿Qué es el envejecimiento y la vejez?
El envejecimiento se relaciona con las distintas etapas que cruzamos durante nuestro ciclo de vida. Desde que nacemos comenzamos a envejecer hasta nuestra muerte. En cambio, la vejez se refiere a la última etapa de la existencia; en la mayoría de los países y sociedades occidentales ocurre a partir de los 60 o 65 años.
Sin embargo, el caso de México, en algún tiempo se habló de un sólo tipo de envejecimiento y de vejez. No obstante, la especialista aclaró: “hoy advertimos que no es así, dada nuestra gran diversidad étnica y cultural. Tenemos 68 grupos étnicos, 364 variantes dialectales y presencia de diversas poblaciones del mundo, en consecuencia, el mismo número de formas de ser vieja, viejo y envejecer”.
Rea Ángeles precisó que envejecemos conforme a los distintos contextos sociales, culturales y económicos en los que estamos inmersos. En ese sentido consideró paradójico que en zonas indígenas, a pesar de la pobreza y la marginación, haya un envejecimiento con más calidad vida.
“En contextos indígenas, los ancianos aún cultivan el campo y se alimentan con productos saludables, que provienen de la tierra, contrario a lo que vemos en las ciudades, donde sí hay más servicios, pero también serios problemas de alimentación, de estrés, de contaminación, falta de entornos saludables, escasa planeación de las ciudades, gentrificación y otros aspectos”, dijo.
Mejor calidad de vida
La especialista recordó que durante una investigación del IIS en torno al envejecimiento activo, “nos tocó ir a comunidades de Oaxaca; les preguntábamos a las personas mayores qué representa para ellas ese término, pero no tenían una respuesta. Para ellas no existe esa noción, sin embargo, sí viven un envejecimiento activo”.
A pesar de tener una edad avanzada, continuó Rea Ángeles, trabajan en el campo, cuidan a sus animales y se mantienen fuertes, tienen una amplia red social donde se protegen unos a otros, mantienen una posición activa en las fiestas y rituales de sus comunidades, y “eso es envejecer activamente, aunque ellos no lo conozcan con esas palabras”.
En la ciudad ocurre algo similar cuando las personas mayores se reúnen los domingos para tomar clases de danza o para ejercitarse, por ejemplo, pero eso sucede en menor proporción. En cualquier caso, lo que se debe buscar es que todas las personas seamos conscientes de la manera en que envejecemos y que mejoremos nuestra calidad de vida día a día, enfatizó.
¿Qué debe hacer México?
El gobierno mexicano se debe ratificar la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Adultas Mayores de la OEA (2015), que países como Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador y El Salvador, ya firmaron y ratificaron, a fin de que el Estado cumpla con su deber de salvaguardar y proteger los derechos de este sector de la población que va en aumento, mencionó.
Del mismo modo, desde la academia y las organizaciones de la sociedad civil, destacó, están promoviendo la creación en México de un Sistema Nacional de Cuidados, que haga copartícipes al Estado y los distintos órganos y niveles de gobierno, a la sociedad, las familias y el sector privado del cuidado de las personas mayores, niñas y niños, y personas con discapacidad, ya que hasta el momento esta responsabilidad ha quedado en manos de las familias y, en especial, de las mujeres.
La investigadora expuso que la pandemia provocada por la COVID-19 evidenció que hay muchas personas que viven solas, sin redes sociales, protección social, compañía de otros y sin familia; es en especial a ellas a quienes debemos proteger.