Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrollaron un procedimiento contra el pie diabético que emplea larvas Lucilia Sericata de la mosca verde –también conocida como panteonera– o productos derivados de ésta que son aplicados a los pacientes, previa valoración y diagnóstico particulares.
María del Carmen Vera Rosales –quien lidera el grupo de especialistas– sostuvo que más de 90 % de las personas que sufren esta enfermedad muestra este desequilibrio en el metabolismo, el cual es crónico, degenerativo y su origen involucra sobre todo una alteración nerviosa y sistemas inmune y vascular bajos.
Entre los síntomas se encuentran la falta de sensibilidad, piel seca, agrietada, infecciones por hongos, mala circulación o rozaduras, por lo que al detectar cualquiera de estos indicios es imprescindible buscar atención médica, señaló la experta.
Añadió que la terapia propuesta consiste en colocar en la herida del pie diabético –con los respectivos cuidados y asepsia– las larvas para que eliminan el tejido necrosado debido a sus hábitos de alimentación necrófagos; en casos no severos, esto ha resultado muy eficaz, subrayó la académica del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco.
En la antigüedad se utilizaban larvas de mosca para tratar laceraciones crónicas, pero este método fue abandonado con el advenimiento de los antibióticos, sin embargo, con la creciente resistencia antimicrobiana, en años recientes fue retomado.
Puntualizó que, el mecanismo de acción de la terapia con larvas no es del todo comprendido aún, pero su efecto para desbridar tejidos desvitalizados está probado y algunos estudios encontraron que favorece también la formación de tejido de granulación y elimina infecciones, incluso por bacterias resistentes a múltiples antibióticos.
El ciclo evolutivo de la especie comienza por los huevos; más tarde la larva –clasificada en L1, L2 y L3, de acuerdo con su tamaño– luego la pupa y al final nacerá la mosca, que es capturada mediante el sebo de hígado animal por la sangre que contiene; el equipo que encabeza la doctora Vera Rosales traslada el insecto a una incubadora de laboratorio adaptada para la supervivencia y desarrollo de aquél.
Las larvas L1 son colocadas en la herida del pie diabético, tapadas con apósitos y supervisadas cada 12 horas, ya que una vez que se alimentan del tejido infectado, ellas mismas se salen al llegar a la fase tres de su crecimiento para poder pupar.
No todos los pacientes son candidatos para tratarse con esta terapia, pues entre menos daño, la probabilidad de éxito será mayor. En casos de amputación –que ocasiona una nueva infección– se ha podido revertir el problema y en ciertos enfermos son empleados productos derivados de las larvas, por ejemplo, un gel desarrollado por los especialistas que ha probado una eficacia de 80 % y se trabaja en el proceso de creación de parches.
La prevalencia de la diabetes se debe en 90 % al sobrepeso y la obesidad, y también a la hipertensión; controlado, el padecimiento tiene pocas posibilidades de complicarse, por lo que la cultura de la prevención es fundamental, pues sin los debidos cuidados, uno de sus efectos es la hiperglucemia –aumento del azúcar en la sangre– que con el tiempo daña de manera grave diversos órganos y sistemas, en especial el nervioso y los vasos sanguíneos, advirtió la doctora en educación y salud pública por la Universidad de Alcalá de Linares, España.
Existen tratamientos alopáticos para el pie diabético, en particular los antibióticos, pero cuando el paciente no responde a éstos, el riesgo es la infección, que si derivara en gangrena llevaría inevitablemente a la amputación, algo sin duda traumático, por lo que el diagnóstico y la asistencia oportunos impedirán la progresión de la enfermedad.