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Ciberacoso afecta a los menores cuando carecen de cercanía emocional y comunicación asertiva

Niñas, niños y adolescentes se vuelven vulnerables al llamado grooming o ciberacoso cuando carecen de cercanía emocional y comunicación asertiva y abierta con las personas con quienes viven, conviven o los cuidan, explicó la profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Santos Becerril Pérez.

Al abordar el tema ‘El impacto del grooming en las infancias y adolescencias’, la especialista enfatizó que este fenómeno, mejor conocido como ciberacoso, tiene específicamente una connotación sexual y se realiza por parte de personas adultas, quienes usan perfiles falsos en las redes sociales o videojuegos para engañar y buscar cercanía con ellos. Cuidarlos es una responsabilidad compartida, que requiere escucha activa, así como acompañamiento empático. 

A esta problemática se suma que usualmente los menores no tienen límites ni supervisión en el uso de tecnologías, y tampoco cuentan son horarios y tiempos establecidos. Por lo general son criados bajo prácticas permisivas, negligentes (en abandono), inconsistentes o abusivas, detalló. 

“Es corresponsabilidad del adulto y de quien vende el producto señalar si es o no apropiado para las poblaciones infantil y adolescente. No obstante, los padres de familia se dejan llevar por la vox populi y si todos tienen cierto videojuego da igual si es apropiado o no, hay que comprarlo para que juegue con los amigos de la escuela”, aseveró. 

50% de los niños son usuarios de internet

Durante el ciclo UNAMirada desde la Psicología expuso que en nuestro país 50% de niñas y niños de 5 a 11 años son usuarios de internet. Esto es impactante porque si bien la tecnología ha generado nuevas habilidades en las infancias y las adolescencias, también se ha constituido en un factor de riesgo, en particular cuando no hay un acompañamiento apropiado. 

El inicio y acercamiento se da a partir de los 2 años, o antes, aunque científicos han determinado que previo a esa edad no deberían estar en contacto con ninguna pantalla porque no promueve el neurodesarrollo, pero hay una sobreestimulación a nivel neurológico.

Para el caso de los adolescentes, de 80 a 94% de 12 a 17 años tiene internet y una computadora. Pero se han encontrado riesgos a partir del uso de esa tecnología, por ejemplo 25% de ellos ha vivido ciberacoso, por lo que hay que encontrar estrategias para su asistencia. Al respecto, detalló, 24 por ciento de las madres y padres reportan sólo tener el control parental y, a veces, no adecuado para esas edades. 

Otros datos que perfilan por qué una persona puede sufrir grooming es que 27.2% buscan ser populares al estar en las redes sociales, 27.8 quiere ser aceptado, 44.3 para no sentirse solo, y 58.1% quiere tener amigos. En términos de acoso, 42% menciona que recibió mensajes de contenido erótico o sexual, y 11.4% fue presionado para enviar fotos o videos personales.

La persona que genera ese ciberacoso desarrolla un perfil con poca información, pero con personajes y hasta logotipos de escuelas para que las infancias piensen que corresponden a gente de su edad. A partir de afinidades, comienzan a “engancharlos”. En tanto, con los adolescentes se usa una imagen de alguien atractivo; se busca el enamoramiento a partir de compartir experiencias similares, brindar una escucha empática y hacerles sentir que únicamente él o ella pueden apoyarlo en su bienestar.

¿Cómo se da el ciberacoso?

El grooming tiene diferentes etapas: quienes lo realizan pasan demasiado tiempo conociendo a su víctima y establecen contacto con cautela; luego logran hacerse “mejores amigos”, incluso inician un noviazgo para posteriormente solicitar fotos de índole sexual y comenzar el acoso, argumentando que dañarán a familiares si la persona no cede a las peticiones, subrayó Santos Becerril.

Una vez que logran el control la empiezan a alejar, a aislar, y la dejan sin redes de apoyo “cibernéticamente hablando” porque así es más vulnerable. Hay casos donde la citan físicamente y existe un riesgo alto de que el infante o adolescente no vuelva a casa, alertó.

La víctima tiene miedo, no es capaz de expresar lo que está viviendo, tiene comportamientos de aislamiento y se siente cada vez más insegura.

Por eso es importante que los adultos a su alrededor estén atentos a las señales de alerta: pierden interés en lo que les gustaba; hay preocupación, vergüenza y culpa (por tomar fotos indebidas, por lo que le pudiera pasar a su familia); distorsiones cognitivas; además pueden sentir cansancio, no dormir o presentar dolores de cabeza o estómago, describió la experta universitaria.

Se les debe observar y acercarse a las infancias y adolescencias a partir de una escucha empática para que puedan compartir lo que les sucede; validar sus emociones, auxiliarles con sus distorsiones cognitivas y establecer una estrategia que les dé seguridad.

De ser necesario, buscar apoyo de un experto que les oriente en su bienestar emocional, y confiar en la policía cibernética; asimismo, establecer acuerdos respecto al uso de tecnologías y brindar supervisión constante, entre otras acciones, aseveró Becerril Pérez.

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