Selene Molina Cruz, química farmacobióloga de la UNAM, comentó que los casos del síndrome de ojo seco tienden a aumentar en la población mexicana.
Esta afección aparece como consecuencia de la disminución de la producción de lágrimas o de su excesiva evaporación, y sus síntomas son dolor, enrojecimiento, sensación de cuerpo extraño y comezón.
“A partir de los 40 años, las mujeres son las más afectadas, pues por la edad y el cambio hormonal las glándulas secretoras lagrimales dejan de funcionar normalmente”, indicó.
Como integrante del Consorcio Mexicano para el Estudio de la Microbiota y del Microbioma Humano, la universitaria realiza la caracterización funcional y taxonómica de la comunidad microbiana en el proceso de inflamación del síndrome de ojo seco, que según registros del Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana de la Ciudad de México, padecen nueve de cada 10 pacientes.
Molina Cruz aclaró que hay otros factores que propician que las lágrimas se evaporen con mayor rapidez como permanecer en lugares cerrados con aire acondicionado o fijar la mirada mucho tiempo en todo tipo de pantallas, pues eso disminuye el parpadeo y, al no ser suficiente, las lágrimas no se distribuyen y el ojo no se humecta adecuadamente.
Lágrimas, conjuntiva y córnea
El ojo humano es protegido por las lágrimas, la conjuntiva (membrana mucosa transparente que cubre la cara posterior de los párpados y la superficie del globo ocular) y la córnea (mediante su capa más superficial (que es mucoide y se denomina epitelial). Estas tres estructuras se consideran las barreras físicas que preservan la integridad del sistema visual.
A su vez, las lágrimas están conformadas por la película lagrimal, que se divide en tres capas: la lipídica, que reduce su evaporación; la acuosa, donde se encuentran las proteínas involucradas en el proceso inflamatorio, la reparación de heridas y la protección de patógenos; y la mucosa, que establece contacto con la conjuntiva y mantiene la humedad y la estabilidad de la película lagrimal.
“Un ojo sano secreta al día cerca de dos mililitros de lágrimas. Hay casos severos de este síndrome que, debido a que no se generan lágrimas, pueden derivar en la pérdida de la vista”, dijo Molina Cruz.
Cuando la película lagrimal (que es muy homogénea) se deteriora, se lesiona la conjuntiva y se puede afectar la córnea; si esta última se daña, su capa epitelial se desestabiliza y forma una cubierta que impide el paso de la luz hacia la retina (estructura que ayuda a generar la imagen en el cerebro), por lo cual se va perdiendo la visión, detalló.
Para tratar el síndrome de ojo seco se recetan lágrimas artificiales varias veces al día; en algunos casos el paciente debe ponerlas cada hora. Sin embargo, las lágrimas artificiales a veces no son efectivas porque no tienen las mismas propiedades que las que secreta un sujeto sano, de ahí la importancia del estudio.