Sabías que aprender a leer antes de los 6 años puede ser un problema a futuro para tu hijo o hija.
La lectoescritura debe impartirse a los 6 años, pues de otra forma se activan solo mecanismos de memoria y no de comprensión, provocando incluso que algunos alumnos lleguen a licenciatura sin entender los textos y presenten problemas de escritura debido a procesos iniciales deficientes, señaló el doctor en antropología Alejandro de la Mora Ochoa.
El académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) dijo que por tal situación no sorprende que el país ocupe los últimos lugares en lectura del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), pues dan a los niños cargas cognoscitivas que no están preparados a soportar ni por memoria, juicio o inteligencia porque sus capacidades aún no han madurado.
Por lo anterior, consideró erróneo que en escuelas primarias sea impuesto como requisito de ingreso saber leer y escribir o que los padres de familia presionen para que en preescolar se adquieran esas destrezas.
“Si se enseña esa habilidad cuando las capacidades cognoscitivas de los niños no se han concluido e integrado, entonces estamos destruyendo la posibilidad de que puedan leer. Los procesos de adquisición se relacionan con bases neurológicas, por lo que es necesario el desarrollo de conexiones que permitan hacer la inferencia y secuenciación relacionados con vincular, primero, el equivalente de un sonido a una grafía, y segundo, el valor que tiene ésta junto a otra en términos de sonido”, indicó el investigador.
Mora Ochoa recomendó el ingreso a los Centros de Desarrollo Infantil (Cendis) desde el nivel maternal y que los padres no fuercen a los pequeños a leer y escribir debido a que esos conocimientos tienen sus momentos de maduración y deben respetarse. En Suiza, por ejemplo, comienzan a los 8 años.
Estudio comprueba la problematica en niños
El especialista realizó un estudio con pequeños de entre 4 y 4 años once meses de edad en los Cendis de las unidades Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco de la UAM, los cuales revelaron que estos recintos son ejemplo y modelo de una eficiente adquisición de lenguaje para el aprendizaje de lectura y escritura.
“El éxito está fundamentado en que son proporcionadas las plataformas para la lectoescritura con elementos visomotores, psicomotores y semánticos que posibilitan la obtención de una sólida base para su ingreso a la educación primaria. La investigación permite tener un instrumento que determina el nivel de expresión en los niños antes de aprender a leer y escribir, así como ofrecer las explicaciones que permitan a los profesores llevar a cabo valoraciones adecuadas”, argumentó.
Con un conjunto de pruebas que mide cuestiones morfológicas, fonológicas, sintácticas, semánticas y pragmáticas, se evalúan las debilidades y se fortalecen las habilidades para evitar que dificultades de lenguaje sean consideradas de inteligencia.