Me di una vuelta por la Feria del Libro, la cual está en su treceava edición y tiene como sede la Alameda Central, ahí me tope con una joven promesa de la literatura mexicana.
Gabriel Velázquez Toledo, originario de Cintalapa en el estado de Chiapas, presentó ‘Morir del Sur’, un libro con un leguaje preciso, eficaz y claro que transporta al lector conforme se va leyendo, lo digo claro porque a mi me sucedió.
Es una historia que cierra los caminos de Santiago como periodista, pero que abre una pequeña brecha para entender lo que ocurrió en México cuando faltaban 6 años para terminar el milenio.
Este libro contiene los ingredientes clásicos de las novelas policiacas que, al menos yo como lector asiduo, disfruto: personajes complejos y que se convierten en entrañables, una exploración a fondo de la corrupción y la impunidad además de hablar de la descomposición social.
Está lleno de intriga no da tregua, cada una de sus 140 páginas te envuelve; Velázquez Toledo se inspiró en el sur, de donde es, para convertirlo en el escenario idóneo para la incubación de una historia llena de intrigas políticas.
Toca un tema sumamente delicado como lo es el tráfico de drogas así como el de influencias en nuestro país.
Estamos ante una obra de ficción que retrata los entrecejos del periodismo, pues cobra tal verosimilitud que por momentos nos hace pensar en que todo lo narrado proviene de una bitácora periodística.
Me atrevo a decir que el estilo narrativo es pulcro, se apega a los cánones de una novela tradicional y que encuentra su mayor acierto en abordar una temática que es una herida para nuestro país: los años previos al levantamiento Zapatista de 1994, esos donde estuviese involucrado una de las figuras más importantes de esa época, el subcomandante Marcos.
Considero que debemos apreciar a nuestros jóvenes autores, y felicitó a Velázquez por el Premio Nacional de Novela Negra “Una Vuelta de Tuerca” que le fue otorgado por esta obra de la que hablé en estas líneas.
Léanla, es una historia que desacraliza la figura del periodista –un gremio por demás castigado en los últimos años en México– y porque toma un lugar en la narrativa nacional que por mucho tiempo fue dominado por las balas más oscuras de los escritores norteños.