Esténtor Político
La administración morenista de la CDMX y su jefa de Gobierno, se perfilan como el gobierno más represor, no sólo de las organizaciones sociales sino de funcionarios públicos a quienes consideran enemigos políticos. El 16 de agosto fue agredido un grupo de habitantes de Tláhuac que protestaba y exigía atención y ayuda gubernamental porque sus colonias se habían inundado con aguas negras; el lunes 30 de agosto, los granaderos agredieron y fracturaron la nariz a Lía Limón García de la Coalición ‘Va por México’ y alcaldesa electa de Álvaro Obregón.
Martí Batres se estrenó con la autorización de Claudia Sheinbaum como el porro represor que es y recibió a los alcaldes electos con violencia y agresión policiaca. La Unión de Alcaldes de la Ciudad de México (UUNACDMX) está integrada por los alcaldes electos de Álvaro Obregón (Lía Limón); Azcapotzalco (Margarita Saldaña); Benito Juárez (Santiago Taboada); Coyoacán (Giovanni Gutiérrez); Cuajimalpa (Adrián Rubalcava); Cuauhtémoc (Sandra Cuevas); La Magdalena Contreras (Luis Gerardo Quijano); Miguel Hidalgo (Mauricio Tabe); y Tlalpan (Alfa González), quienes repudiaron la agresión del gobierno intolerante de la jefa de Gobierno.
Esta nueva acción represiva es la verdadera cara del gobierno porril que encabezan Claudia Sheinbaum y Martí Batres, que aún gobernará el resto del sexenio y amenazará la estabilidad social en la CDMX. Este tipo de acciones pueden anular las posibilidades de Sheinbaum para convertirse en candidata morenista a la Presidencia de la República en 2024.
En el discurso de tres mil 265 palabras, pronunciado el 5 de diciembre de 2018 durante su toma de protesta como Jefa de Gobierno ante el Congreso de la CDMX, prometió que respetaría los derechos humanos: “Lo primero que haremos es acabar con los abusos. A partir de ahora se restablece la democracia y la libertad política, nunca más ejerceremos o permitiremos la persecución y la violencia directa o simulada por pensar y actuar de forma distinta de quien gobierna”. A estas palabras se las llevó el viento, y no pasaron siquiera tres años para que Sheinbaum y el morenismo mostraran su rostro violento y represor en la Metrópoli.
Pero como la demagogia es el sello de los políticos de la ‘Cuarta Transformación’ (4T), en ese primer día, la nueva mandataria almibaró su discurso; dijo que la CDMX “es también vanguardia en derechos de las mujeres y reconocimiento de familias diversas y tiene hoy una Constitución de avanzada que resalta los derechos y la dignidad humana…”; y que “cuando decimos derechos, hablamos del derecho a la justicia y la libertad de reunión y de expresión, el derecho a la democracia participativa, los derechos humanos plenos, en especial para las mujeres”.
Y como fiel discípula, debía tomar un ejemplo de su máximo mentor: “Coincidimos por convicción en lo que ha manifestado en diversas ocasiones nuestro Presidente AMLO de nunca utilizar a las fuerzas armadas para reprimir al pueblo. Por ello y en cumplimiento de una de las demandas del movimiento estudiantil de 1968 y en la facultad que me otorga como Jefa de Gobierno la Constitución Política de la CDMX, he pedido al Secretario de Seguridad Pública la desaparición definitiva del Cuerpo de Granaderos”.
El viento se llevó esas palabras, porque los toletazos que recibieron las amas de casa de Tláhuac el 16 de agosto y el golpe que fracturó la nariz a la alcaldesa electa Lía Limón el pasado 30 de agosto, no fueron accionados por los fantasmas de los granaderos.
¿Qué pasó entonces, doña Claudia Sheinbaum? ¿Dónde quedaron la democracia y la libertad política? ¿Dónde quedó su juramento de que no iba a permitir la persecución y la violencia directa o simulada por pensar y actuar de forma distinta?
El 9 de junio de 2020, cuando la policía debía meter orden, la jefa de Gobierno de la CDMX comentaba: “los desmanes que se registraron ayer en comercios del Centro Histórico… se quedaron con las ganas de ver a un policía reprimiendo a estas personas”. ¿Por qué no dijo lo mismo el 16 y el 30 de agosto? Las fotografías y los videos de ambos operativos represivos demuestran hoy la falsedad del discurso de la señora Sheinbaum. Por el momento, querido lector, es todo.