Esténtor Político
En la CDMX habita el mayor conglomerado social del país; en ella se concentran las sedes de los tres poderes de la nación, los centros de negocios más grandes del país, las principales operaciones financieras y es el ‘laboratorio’ donde las fuerzas partidistas operan para dirimir y definir los asuntos políticos y electorales de las 32 entidades federativas.
Hace prácticamente 24 años que la CDMX es gobernada por políticos de ‘izquierda, entre ellos los de Morena, que antes pertenecieron al PRD, quienes no han hecho lo suficiente para que esta gran metrópoli supere las múltiples carencias de desarrollo social. En realidad, la CDMX solo sirve como centro de operaciones electoreras de los políticos de ‘izquierda’, para quienes pobreza, desempleo, inseguridad, violencia delictiva y falta de servicios públicos básicos son prioridad; semanas atrás lo vimos en la tragedia de la Línea 12 del Metro.
En la capital del país gobierna Claudia Sheinbaum Pardo, política morenista a quien, a decir de los habitantes y de muchos políticos, le ha quedado grande el puesto, porque solo obedece a la cuerda que le da López Obrador, quien recientemente la rescató del sótano de los malos gobernantes mexicanos y le alzó la mano como su candidata preferida para 2024. Lo peor de esta comedia no fue su prematuro ‘destape, sino que ella parece creer ciegamente en las promesas de su jefe olvidando que ‘del plato a la boca se cae la sopa.
Uno esperaría que en la CDMX no hubiera pobreza ni miseria extrema, pero los informes más recientes registran un aumento del 163%. Durante 2018, 152 mil 100 personas se hallaban en pobreza; en 2020, 400 mil 400 se encuentran en esta condición. En solo dos años, 248 mil 300 mexicanos de la capital del país aumentaron las filas de la miseria extrema, de acuerdo con estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Este incremento de la pobreza extrema en la CDMX contrasta con un gobierno que en todo momento pregona que primero están los pobres; pero que en el curso de un bienio no le ha importado que 340 personas al día se quedaron sin adquirir los productos de la canasta básica porque sus precios cada vez están más elevados; que no pudieron curarse porque las consultas médicas rondan cuestan de 200 a 500 pesos; y muchos de ellos no pudieron enviar a sus hijos a la escuela porque han tenido que buscar el sustento en las calles.
La pandemia no es la única razón de que haya empeorado la situación de millones de mexicanos; las políticas fallidas del Gobierno Federal y los gobiernos estatales de Morena en entidades como la CDMX, Puebla, Veracruz y Tabasco, han contribuido grandemente a ello, políticas que solo han generado más pobreza, dolor e indignación. Claudia Sheinbaum obedece fielmente las órdenes presidenciales, pero se niega a atender las necesidades de sus gobernados. Su mal gobierno ha llevado a la CDMX al desastre; y la pandemia de COVID-19 lo demuestra, con un promedio de 408 muertos por cada 100 mil habitantes; y hasta el jueves 19 de agosto se contabilizaban 31 mil 961 casos activos y 47 mil 292 personas habían perdido la vida.
Se dice que Sheinbaum no habla con nadie si no es con su círculo de favoritos. No se reúne con los habitantes de la ciudad y menos los recibe cuando se entera o presume que van a hacerle alguna petición, como fue el caso de los habitantes de las colonias La Habana, San José y Ejido de Tlaltenco, de Tláhuac, quienes enfrentan problemas de salud y la pérdida de sus bienes domésticos a causa de la inundación de sus hogares con aguas negras. En lugar de recibir a las 300 amas de casa afectadas, optó por enviar a la fuerza pública a desalojar a golpes su protesta pacífica.
Claudia Sheinbaum va casi a la mitad de su gestión; al final de su mandato llegará sin ningún logro y sí con muchos errores. Bien haría en comprender que si su corazón le sigue latiendo para el 2024, la predilección del ‘mesías López Obrador’ hacia ella no le bastará para convertirse en la mejor candidata de Morena si antes no logra convencer a la población de que realmente tiene capacidad como gobernante. Su desprestigio es seguro si no modifica su política arbitraria y su sordera hacia los problemas de la metrópoli, en especial hacia los más desprotegidos de la capital. Por el momento, querido lector, es todo.