El 31 de marzo es el día de la Visibilidad Trans, luego de acompañarles en esta marcha me di cuenta de que debe ser muy cansado ser invisible.
Por favor, estamos en pleno siglo XXI, donde se supone que lo único que debería importar es poder ser quién se quiere ser y no luchar por ello. ¿Estamos de acuerdo?
Las trincheras son los lugares seguros donde muchos defendemos no sólo nuestros ideales sino nuestra propia construcción de vida. Durante la marcha de la visibilidad trans me di cuenta de que para llegar a ser quien se quiere ser, primero debemos dejar de ser quien se espera que seamos.
Parece redundante y un poco complicado. Durante el posicionamiento de Megan García, de Lucha y Fuerza Trans, entendí de que va esto; y es que mientras ella hablaba dos adolescentes de 14 y 19 años, mujeres de nacimiento pero que se perciben, sienten y se saben hombres, leyeron un pliego petitorio en donde la principal inquietud es, la educación.
Después regresaré a las palabras de Megan que continúan haciendo eco en mi mente; por hora, hablaremos de lo que las adolescencias e infancias trans, no sólo necesitan, sino que merecen.
A esa edad uno no alcanza a vislumbrar lo que sucederá al querer vivir con autenticidad, algo que pareciera fácil pero que conlleva un camino lleno de retos, obstáculos y mucha discriminación.
Vivimos bajo un régimen patriarcal, que nos ha enseñado que las mujeres son mujeres y que los hombres no pueden concebirse diferente. ¡qué burda la retórica que juega un papel distinto en esta vida!
Si naces hombre y quieres sentirte mujer: ¡hazlo!; si es al revés, ¿qué te detiene? Claro, yo tengo la respuesta. Los tabúes, la sociedad y muchos piensan que la biología y la naturaleza.
Pero después hablaremos de aquello que desde hace unos meses hace mella en cuanto a la hormonización para poder completar el querer ser.
La educación es la columna vertebral del desarrollo social, pero entonces si no tienes maestros capacitados bajo protocolos de actuación y trato para quienes pertenecen a la comunidad TRANS ellos permanecerán bajo una capa de invisibilidad que hace los mantiene en un sesgo social.
¿Cómo debo tratar a un joven que se siente mujer?, pues como mujer. No hay más, pero para llegar a ello se debe avanzar en los pensamientos, los comportamientos, las percepciones y, sobre todo, en la moral y la libertad de pensamiento.
En muchas paredes va retumbando el tema religioso, no ahondaré mucho, sólo preguntaré ¿por qué si hoy en día se permite creer en más de un ser supremo, no hemos de respetar la pluralidad de pensamientos? Y, sobre todo, vuelvo al punto inicial, ¿por qué no respetar EL QUERER SER?
Agradezco, muy a título personal, la charla que tuve con Megan, ambos sabemos de lucha social, de apropiación de nuestras creencias y defensa de las mismas.
La diversidad y la inclusión deben ser un hecho en lo real y no sólo en el discurso; me solidarizo con ellas, con ellos, con elles. Se vienen cosas buenas en Miguel Hidalgo para quienes pertenecen a este segmento de la comunidad LGBTTTIQA+, después de avanzar en las mesas de trabajo que sostendré para trabajar en su beneficio, espero que nuestra alcaldía sea punta de lanza para que las otras 15 repliquen las acciones que beneficien a todos.
Quienes tenemos un cargo público debemos comprometernos por cada una de las personas que conforman nuestra sociedad, sin fobias ni filias políticas, respetando los principios ideológicos de nuestro partido. Soy orgullosamente Miguelhidalguense, mi corazón late a la izquierda desde donde fui construido en el PRD con valores cimentados en la libertad y la democracia.
En 2021 el Observatorio de Personas Trans Asesinadas registró 65 casos en México; todos fueron crímenes de odio, eso sin contar los que no fueron denunciados.
Como personas cisgénero podríamos comenzar a dar pequeños pasos que comiencen a visibilizarlos, basta con mínimas acciones que marquen la diferencia.
La existencia de infancias, adolescencias, mujeres y hombres TRANS no está en debate, no nos tienen que pedir permiso para vivir en libertad y ser en plenitud; no lo veamos como una moda, simplemente observemos la madure social y mirémosles como parte de nuestra sociedad. No cuestionemos sus tomas de decisiones, no señalemos con la punta del dedo sin mirar de que está manchada y, sobre todo, aprendamos a respetar a los demás como nos gustaría que nos respetaran.