Estertor Político
En la reunión que empresarios sostuvieron, el pasado 8 de diciembre de 2022, con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le dijeron: “sí nos preocupa que se esté pensando en cambiar las leyes, regulaciones, en vísperas de periodos electorales tan importantes como lo es el del año que entra y por supuesto el 2024; sí nos preocupa que se esté pensando en hacer cambios a las leyes en este momento; creemos que no es lo ideal”. También manifestaron su preocupación por los graves problemas de violencia delictiva y de inseguridad pública registrados en el país durante los cuatro años de su gobierno, porque la cifra de homicidios dolosos ha llegado a las 131 mil 50 víctimas y porque su política de seguridad de “abrazos no balazos” no ha funcionado.
Más allá de estar o no de acuerdo con el sector empresarial es inevitable coincidir en que ambos problemas mencionados están lastimando a amplios sectores de la población y los mexicanos más pobres son quienes finalmente pagan los platos rotos de cualquier crisis, ya que sobre ellos golpean también la inflación, el desempleo, la migración y la corrupción. Los cambios a la ley electoral, por el momento en suspenso, han provocado alarma porque con ellos Obrador y su partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) quieren llevar agua a su molino a fin de garantizar su triunfo en los procesos electorales de 2023 en los estados de México y Coahuila y la presidencial de 2024.
Pero ahora enfocaremos nuestro análisis en el tema de la inseguridad pública, pues lo que hemos vivido en estos años ha estado envuelto con amenazas de violencia y acciones criminales que causan terror y las cifras nos dan la razón: en 2019 hubo 36 mil 661 homicidios, tres mil 22 por mes; en 2020, 36 mil 773, tres mil 64 mensuales; en 2021, 35 mil 700, dos mil 529. En los cuatro años que llevan gobernando Morena y López Obrador se han cometido en promedio 95 homicidios diarios.
Quizás estos datos mensuales o diarios no permitan visualizar su dimensión espeluznante, pero si los comparamos con las cifras negras de gobiernos sexenales es inevitable concluir que el cómputo de homicidios de Morena de 141 mil 50 homicidios en sólo cuatro años que tanto vocifera con lemas como la ‘austeridad republicana’ y ‘primero los pobres’- es superior al de cinco de sus predecesores: en el gobierno de Carlos Salinas fueron 76 mil 767; en el de Ernesto Zedillo, 80 mil 671; Vicente Fox, 60 mil 280; Felipe Calderón, 120 mil 463; y Enrique Peña 156 mil 66.
Frente a este último resultado, que fue sexenal, existe el pronóstico de que al término del mandato de López Obrador habrá 212 mil 139 homicidios. Y si hacemos la misma analogía con base en el cómputo de sólo 49 meses de gobierno de los exmandatarios -es decir, con los que lleva AMLO- éste resulta igualmente ganador: en ese periodo Salinas tuvo 43 mil 203; Zedillo 53 mil 776; Fox 39 mil 186; Calderón 64 mil 993; Peña 85 mil 811 y López Obrador ¡138 mil 344!.
Los cinco estados más violentos han sido Guanajuato con 17 mil ocho homicidios; Estado de México 12 mil 124; Baja California 11 mil 787; Michoacán 10 mil 51; y Jalisco nueve mil 127. Pero en otras entidades los homicidios van en aumento, entre ellos Colima con un incremento del 70%, Hidalgo, 58%, Nuevo León 41, Oaxaca 39 y Puebla 38, estos dos últimos gobernados por el morenismo. En 2021 y 2022 los municipios más violentos fueron Tijuana, Juarez, León, Benito Juárez y Morelia. Un dato último, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 88% (nueve de cada 10) de los homicidios son hombres y el 11% (uno de cada 10) son mujeres.
La crisis de inseguridad y violencia mexicanas es preocupante. Basta recordar que en el primer fin de semana de diciembre se vivieron 48 horas de terror debido a que hubo varios atentados. En uno de ellos el juez Roberto Elías Martínez fue baleado al salir de su casa en el municipio de Guadalupe, Zacatecas; en la tarde se registró un motín y un intento de fuga en un penal cercano a Fresnillo, Zacatecas, que estuvo acompañado de ataques a balazos, incendios de coches y bloqueos carreteros que tuvieron el propósito de distraer a las fuerzas de seguridad que la evitaron.
Recientemente, y con razón, el exmandatario de Jalisco Emilio González definió la actual crisis de inseguridad pública con estas palabras: “Nuestra nación está en llamas”. Y es cierto, porque cualquier mexicano puede asegurar que la política lopezobradorista de ‘abrazos no balazos’ no funcionó y no hay ninguna esperanza de que en lo que resta del sexenio el gobierno vaya a poner alto a esta situación; un supuesto que, desde luego, no considera la hipótesis -quizás no muy alejada de la realidad- de que la autoridad federal se encuentra del lado de los grupos delincuenciales o que al menos no actúa con todo el poder del Estado para enfrentarlos.
Ya lo dice el dicho: “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”. Si las bandas delictivas han ganado terreno y matan a diestra y siniestra, y los gobiernos federal, estatales y municipales no hacen nada, entonces son también culpables. Por el momento, querido lector, es todo.