Esténtor Político
El pasado 23 de mayo, la Oxfam presentó, en el Foro de Davos, un informe que tituló ‘Beneficiarse del sufrimiento’, con el que denunció que mientras cada 30 horas la pandemia genera un nuevo millonario y convierte a 573 millonarios en milmillonarios, 263 millones de personas se ven arrojadas a la pobreza extrema.
El análisis también denunció que “las fortunas de los milmillonarios no han aumentado porque sean más inteligentes o trabajen más duro. Las trabajadoras y trabajadores sí están trabajando más arduamente, pero por un salario más bajo y en peores condiciones. Las personas más ricas han manipulado el sistema con total impunidad durante décadas y ahora están recogiendo los frutos”.
De igual manera reveló que los hombres más ricos “se han embolsado una asombrosa parte de la riqueza mundial gracias a la privatización y los monopolios, aprovechando la desregulación y vulnerando los derechos de las personas trabajadoras mientras ocultan su dinero en paraísos fiscales, todo ello con la complicidad de los gobiernos”.
Informó, asimismo, que millones de personas se han visto obligadas a evitar comidas, a no pagar facturas, servicios básicos y a preguntarse qué más pueden hacer para salir adelante. “En África Oriental, el hambre podría estar cobrando una vida cada minuto. Estas obscenas desigualdades están quebrando los vínculos que unen a la humanidad. Son divisivas, corrosivas y peligrosas. Son desigualdades que literalmente matan”.
En este contexto mundial de tanta miseria y concentración cada vez mayor de la riqueza, México se halla en el mismo camino de marginación y olvido gubernamental, aun para satisfacer lo más mínimo a la gente pobre que enfrenta una inflación mayúscula, que está matando de hambre a muchas familias.
Por ello, ahora que se escucha al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hablar de la pobreza franciscana y que dejará atrás la bandera de la austeridad republicana, no deja uno de montar en cólera porque al reflexionar sobre esto, nuestra conclusión es que tiene el propósito de que más mexicanos caigan en la pobreza para convertirlos en clientes potenciales de su gobierno mediante engaños y manipulación electoral, como lo confirman sus casi cuatro años de gobierno de pura demagogia y política trivial.
AMLO se cree el salvador, el gran ‘mesías’, por eso ahora pretende emular a San Francisco de Asís, quien fundó una orden cristiana que se caracteriza por vivir con lo mínimo indispensable y las prácticas de la humildad y la caridad. Pero con este discurso, el mandatario pretende engañar una vez más al pueblo. Recientemente dijo: “hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior que podría llamarse pobreza franciscana” (sic).
Sí. Así con este plan vil, la semana pasada, el presidente de México reunió a su gabinete para evaluar los supuestos avances de su gobierno (que no se ven por ningún lado), analizar los desafíos que plantea la pobreza franciscana y destacar más medidas de austeridad para juntar dos billones de pesos con los cuales terminar sus obras insignia a cambio de desentenderse de los problemas de 126 millones de mexicanos.
La Oxfam propuso una solución que podría aplicarse en todo el mundo pero que, como era de esperarse, quedó en el papel: “un impuesto anual sobre la riqueza de los millonarios, a partir de dos por ciento y de cinco por ciento para los multimillonarios, podría generar 2.52 billones de dólares al año, suficientes para sacar a dos mil 300 millones de personas de la pobreza, fabricar suficientes vacunas para el mundo y ofrecer asistencia sanitaria y protección social universales a todos los que viven en países de ingresos bajos y medios”.
Y mientras la prestigiada organización no gubernamental especializada en el análisis económico emitía esta atinada recomendación, ‘el mesiánico’ presidente anunciaba que se propone llevar a una fase superior (sic) su actual ‘austeridad republicana’ para convertirla en ‘pobreza franciscana’. Por el momento, querido lector, es todo.