Escuchar hablar al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y al subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, ya no es nada saludable para cualquier mente sana o ciudadano que piense que puede existir y debe haber un país mejor, donde todos los mexicanos podamos vivir con más justicia social, en paz y tranquilidad; donde todos tengan acceso a una vida mejor como una educación de calidad para sus hijos, acceso a vivienda, un empleo digno y bien remunerado y todos los servicios como electrificación, agua potable, drenaje, atención a la salud, etc.
Y esto viene a cuento porque ayer Hugo López-Gatell, funcionario al que el Gobierno Federal le encargó cuidar la salud de todos los mexicanos, al menos en este recientemente cumplido año de pandemia por COVID-19, le jugó al brujo y a la prestidigitación al decir que este viernes la inmensa mayoría de los diarios nacionales (y de hecho enumeró a algunos de los de mayor relevancia), todos tratarían en sus notas de portada, el hecho de que México llegó a los 200 mil muertos por COVID-19.
Hoy, al menos 12 diarios hablaron en su nota fuerte sobre que el INE retira candidaturas a los morenistas Félix Salgado Macedonio y a Raúl Morón, más otros candidatos.
Además, López Gatell dijo que es lamentable usar el dolor, angustia y la desolación, y que los medios se apropian, comentó, como si fueran sus representantes. “No hemos visto que estos medios que hablarán de 200 mil muertes expliquen que es la desigualdad social”; es aquí, amigo lector, donde deseo hacer un comentario, porque el titular de Salud, tras criticar a los medios de que se iban a ir con la nota sobre los 200 mil muertos que ya hay en México, y que nos ubica como el tercer país con más muertes en el mundo, intenta desviar la atención y echar la culpa a espaldas ajenas, algo que no es nuevo, pero que se sigue usando desde el poder político actual.
También dijo que los medios deberían enfocar sus baterías a hablar de la desigualdad social, para que todos (se entiende medios, políticos y sociedad), trabajemos juntos para tener una mejoría en las condiciones sociales de la población mexicana y, dijo también, que quizá (el que todos hablemos de la desigualdad y señalemos la problemática) “convoque a la generosidad de estas personas ricas, estas familias ricas para ayudar a mejorar estas condiciones sociales”.
López Gatell y su jefe de Palacio Nacional deben saber que esa desigualdad social de la que se ha hablado recientemente por parte de organismos internaciones, como la ONU, no se solucionará con buenas intenciones, y quizá tampoco se podrá resolver con la generosidad de los hombres más ricos de México o del mundo, por la sencilla razón de que ellos no están para eso; sino precisamente para convertirse en acaparadores, cada vez más, de la riqueza que es por todos producida.
Eso sí, se ha asegurado, por ejemplo en el Informe sobre Financiamiento para el Desarrollo Sostenible 2021 que la economía global ha experimentado la peor recesión en 90 años, con los segmentos más vulnerables de las sociedades afectados de manera desproporcionada. Se estima que se han perdido 114 millones de puestos de trabajo y alrededor de 120 millones de personas han vuelto a sumirse en la pobreza extrema.
Cree López Gatell que con buenas intenciones de los medios de comunicación, a quienes diario ataca desde Palacio Nacional, o con que se hable de la desigualdad se podrá convencer a quienes concentran tanta riqueza en México y en el mundo; ¡No!, nada de eso puede pasar, nada de eso sucederá si no se comprende que la injusta desigualdad es propia de un modelo económico injusto y depredador, un modelo que ya entró en crisis, que es más inhumano y que tarde o temprano este modelo económico tendrá que dar paso a otro, más justo y más humano.
Es cierto, aunque esto no lo dice Gatell, que los gobiernos pueden jugar un papel para cambiar de modelo económico, pero para que esto suceda debe ser un gobierno democrático, un gobierno progresista y que represente verdaderamente los intereses de la población y sea parte de ella; desgraciadamente el gobierno de la 4T y de Morena, al que él y Morena pertenecen está muy lejos de ser un gobierno del pueblo o que represente a los desamparados y pobres del mundo.
Una muestra de esto es que todos los días, en la mañanera o en sus eventos, los discursos oficiales no tienen otra intención que denigrar a todo mundo: a los medios de comunicación, a los empresarios, a los partidos políticos de oposición, a las agrupaciones sociales, a los organismos autónomos y ahora será también a todos los candidatos y políticos que compitan electoralmente. Los discursos son tendenciosos y generan polarización, inestabilidad y confrontación social.
Los discursos oficiales ya no son nada saludables; ya escuchar al presidente de México López Obrador y al encargado de garantizar la salud de todos los mexicanos, Hugo López-Gatell abonan a una crisis social que tarde o temprano hará que todos los mexicanos tomen decisiones para quitar a los malos gobernantes, ahora los de Morena. Por el momento, querido lector, es todo.