“Muertes súbitas, arrebatadas de golpe, sin motivo, con puros vómitos de sangre, con dolores hondos”, frase del Chilam Balam que refleja realidad fresca y de actualidad. Hoy en México continuamos a la deriva, sin rumbo y con muchas dudas sobre el porvenir; sin estrategia, el Gobierno de la 4T sigue dando palos de ciego para sostener al país que ha desmoronado. El gobierno se ha convertido en su propio verdugo.
A la llegada de la pandemia comenzó la prueba de fuego para el actual gobierno y el sistema de salud “nórdico” que tanto presumía el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En palabras de él mismo: “nos cayó como anillo al dedo” para saber qué tan capaces y coherentes podrían ser nuestros gobernantes.
El actuar de nuestras autoridades ha generado polémica entre todos los mexicanos, incluso a que las personas más allegadas a AMLO se revelen y desmientan los datos que entregan sobre los contagiados de nuestro país en la famosa “telenovela de las siete”, que es una conferencia oficial, nombrada informe diario sobre COVID-19 en México, la cual se transmite diariamente, y donde ya han contabilizado más de un millón de contagios y más de 103 mil muertos por la pandemia.
El descontento se ha gestado y, sin miedo a ser de la misma bancada, comienzan los rounds para pelear por más insumos, material médico y empiezan a desmentir las falacias de nuestro sistema de salud. En este juego, los peones se rebelan ante el rey, aun siendo del mismo color en el tablero de ajedrez. La política que ejercen se ha convertido en un juego de cartas para la 4T, un juego de azar en el que casi siempre pierde y no ve las consecuencias.
La emergencia sanitaria no solo sirve para mantener aisladas a las familias mexicanas y evitar un contagio de este virus; para la 4T, funciona como una cortina de humo porque efectúa sus maquiavélicos planes de capricho y temor. Sí, temor. Si recuerda usted, AMLO solicitó adelantar la consulta de revocación de mandato porque su falta de estrategia de salud ha provocado el descontento de los mexicanos, que ven la derrota inminente de su “movimiento de purificación” para las próximas elecciones.
Todos los días, por no decir varias veces cada día, el Presidente pide la comprensión de los mexicanos porque las acciones de su gobierno son lentas, por culpa de los gobiernos anteriores. “No somos iguales”, repite una y otra vez el Presidente; exigiendo que los ciudadanos reconozcamos lo que resulta evidente para él: su derecho a ser otro, a ser distinto de los autócratas, asesinos, corruptos e indolentes que lo precedieron. Lo afirma en todo momento, convencido de quién es y de que la mayoría de los mexicanos habremos de verlo como él se ve a sí mismo.
Pero nosotros, como “conservadores” que somos y que le quitamos el sueño, no entenderíamos las acciones y decisiones de AMLO. Mientras, en nuestro Sistema de Salud “nórdico”, mueren personas por neumonía atípica y no de COVID-19, faltan insumos y equipo médico; el Presidente piensa cuál será el tema para la semana que viene y entretener a la “prensa chayotera” que crítica y pone en duda sus acciones. Ya es costumbre sacar tema nuevo.
Resulta sencillo ordenar el presente, construir el futuro y proyectar, a largo plazo, lo que podría ocurrir en el país con tales acciones. La tragedia apenas comienza; quienes pagarán las consecuencias son los más pobres de este país, los que no siguen la misma ideología. A pesar de que en el gabinete se cuenta con profesionales de sus áreas, aquí se hace lo que el señor Presidente ordene. ¡Sí, señor Presidente!
El 16 de enero de este año, en su conferencia mañanera, AMLO prometió que “el 1° de diciembre de este año, el Sistema de Salud Pública va a estar funcionando con normalidad, con servicio de calidad, atención médica y medicamentos gratuitos. Va a estar funcionando, ése es el propósito, como los servicios de salud que hay en otras partes del mundo. Como en Dinamarca, así aspiramos. Como en Canadá, como en el Reino Unido”. Mañana es el día para que se cumpla ese pronóstico. Lo visto por nuestros ojos no es nada parecido a lo antes citado. De cumplirse, será digno de aplaudir; de lo contrario, quedará como un vil mentiroso de banqueta.
Esperemos… comienza la cuenta regresiva para tener nuestro sistema de salud primermundista; ¡albricias!, ésta es “la maravilla de tener un gobierno en el que primero están los pobres”. Por el momento, querido lector, es todo.