Esténtor Político
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sigue alardeando de ser un mandatario bonachón, como lo hizo el 15 de septiembre al incluir la expresión ‘¡Vivan nuestros hermanos migrantes!’, el grave problema de la migración laboral planteado por desempleados guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, cubanos, venezolanos, haitianos y mexicanos, entre otros, continuará sin solución y complicándose con problemas de seguridad pública, violación a los derechos humanos y falta de recursos para garantizar que sobrevivan mientras viajan hacia la frontera de México con Estados Unidos (EUA).
Recordemos que el 16 de octubre de 2018, ya como presidente electo AMLO anunció que ‘en México, a partir del 1 de diciembre, vamos a ofrecer empleo, trabajo a migrantes centroamericanos; ése es un plan que tenemos; el que quiera trabajar en nuestro país, va a tener apoyo, va a tener una visa de trabajo, estamos viendo eso…’. Estas buenas promesas no eran sólo de un ‘buen’ gobernante, sino también las de un ‘salvador del mundo’.
Sí, es cierto, los compromisos fueron y son aún generosos, así como razonables las propuestas de solución. Sin embargo, los problemas socioeconómicos que generan la migración laboral en México, Centroamérica, el Caribe y África (el desempleo, la pobreza, la marginación, la inseguridad pública) no son fáciles de resolver; y su dimensión crece diariamente de manera incontrolable.
El 12 de septiembre de este año, forbes.com.mx cabeceó así una nota informativa: ONG estiman que hay casi 100 mil migrantes varados en la frontera sur de México. La información fue aportada por el cura César Augusto Cañaveral, responsable de la Pastoral de Movilidad Humana en Tapachula, Chiapas, quien ha contabilizado unos 90 mil migrantes en esta ciudad; mientras que el director del Centro de Dignificación Humana, Luis Rey García, ha estimado sólo 100 mil.
Pero ahora resulta preocupante que en los próximos meses aumentará el número de migrantes; porque únicamente, durante la última semana, en el municipio de Danlí, uno de los puntos fronterizos de Honduras con Nicaragua, 18 mil 300 migrantes emprendieron camino hacia México.
Un hotelero de Tapachula, por su parte, ha percibido que ahora hay un mayor flujo migratorio proveniente no sólo de Centroamérica, sino también de África, Asia y aun del Oriente Medio, países muy lejanos del territorio del ‘sueño’ americano, que se ha visto estimulado por la conclusión del Título 42 de la política migratoria estadounidense, con el que el gobierno de EUA podía expulsar y rechazar a los migrantes de manera expedita con argumentos sanitarios.
En uno de los albergues de la CDMX, que malgobernó Claudia Sheinbaum, el testimonio de un migrante echó por tierra la bondadosa imagen de este señor: ‘No te dan nada de comida. Si quieres comer, tienes que conseguirla tú, por tu cuenta, traerla y cocinarla en los 20 minutos que te prestan la cocina. Y si no consigues nada, o no alcanzas cocina porque somos muchos, pues no comes. Te toca aguantar hambre’. Es decir, el gobierno morenista mata de hambre a los migrantes.
Las denuncias del maltrato que el Gobierno de México ofrece a los migrantes extranjeros aumentaron el pasado miércoles 20 de septiembre, cuando la empresa de transporte Ferromex anunció que paró el tránsito de 60 trenes porque, en varias ciudades del sur, centro y norte del país, más de cuatro mil migrantes treparon a techos de vagones para trasladarse hacia la frontera norte y se expusieron a accidentes que pudieron costarles la vida. La capacidad de carga de esos trenes equivale a la de mil 800 camiones; y su paro afectará, sin duda, las cadenas productivas, el abasto y el comercio nacional y extranjero.
Con un discurso similar al de AMLO, el presidente de EUA, Joseph Biden, prometió ayuda a los migrantes; pero las medidas para evitar la migración en la frontera y las deportaciones se mantienen.
En estos momentos, México se halla entre la espada y la pared; por un lado, el país vecino se niega a recibir más migrantes y le exige medidas de contención; y por el otro, los gobiernos de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica no tienen la capacidad para impulsar y desarrollar políticas que frenen la salida de los llamados ‘fugitivos’.
El grito de ‘Vivan nuestros hermanos migrantes’ de AMLO se produjo cuando integrantes de la Guardia Nacional apaleaban a un migrante que cargaba a su pequeño hijo en brazos; mientras un integrante del Instituto Nacional de Migración (INM) golpeaba a un migrante postrado en el suelo; y al mismo tiempo que muchos mexicanos se iban de mojados a EUA porque la inseguridad pública, el desempleo y la violencia delictiva aumentaron alarmantemente en sus comunidades rurales y barrios urbanos.
AMLO, Biden y los gobernantes de otras naciones siguen sin atacar a fondo los problemas causantes de la migración, entre ellos y el principal: la pésima distribución de la riqueza. Por el momento, querido lector, es todo.