Esténtor Político
La ‘megafarmacia’ del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), así como otras ‘obras’ de relumbrón y los frecuentes disparates que le sirven de cortinas de humo para manipular y engañar a los mexicanos, ha resultado un total fracaso, porque no ha resuelto el desabasto de medicamentos. En 21 días –desde su inauguración el 29 de diciembre al 21 de enero– sólo surtió 67 recetas de las seis mil 364 llamadas telefónicas que recibió para solicitar fármacos.
La Secretaría de Salud (SSa) no ofrece información sobre el monto de la inversión ni exhibe contratos de compra, lo que habla de una ‘megaopacidad’ en los manejos financieros del gobierno de la llamada “Cuarta Transformación” (4T).
Hace cinco años, el gobierno morenista intentó aplicar varios modelos para la compra de medicamentos y otros insumos médicos. Primero quiso concentrar las adquisiciones en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para arrebatar a las empresas farmacéuticas el “negocio de la distribución”; luego contrató a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), pero los resultados no fueron buenos y el 31 de diciembre de 2022 se finiquitó el convenio; posteriormente, el gobierno volvió a proveerse de medicinas en las distribuidoras privadas; y en diciembre del año pasado, AMLO inauguró su ‘megafarmacia’.
La distribución de medicamentos es compleja porque tienen que seleccionarse, almacenarse de acuerdo con sus fechas de caducidad y muchos refrigerarse. Para dar una idea de su elevado número basta con mencionar que en los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Social de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) cada año se proporcionan 100 millones de consultas generales y 15 millones de consultas de alta especialidad; es decir, hay un promedio de 10 millones de consultas cada mes.
El intento fallido del gobierno morenista de desplazar a los distribuidores privados –entre ellos los Laboratorios PISA– generó más desabasto e incrementó los precios de los medicamentos por una sencilla razón: porque los funcionarios de la 4T no supieron, o dijeron no saberlo, qué debían hacer para dejar de lado al oligopolio privado y sustituirlo con un monopolio público, como hoy se está viendo en la habilitación de la ‘megafarmacia’. Los funcionarios de mayor jerarquía de la SSa no saben en qué lío se metieron al querer llevar a la práctica otra de las ocurrencias perversas de AMLO.
La posible ‘megaopacidad’ no es algo de poca importancia, ya que a una solicitud de información que un diario de circulación nacional hizo a la SSa, ésta ‘respondió que no cuenta con datos de la inversión para comprar medicamentos, el número de contratos para adquirirlos, las empresas involucradas y los países de donde provienen los fármacos’. Esta respuesta, así como otra similar planteada por la Presidencia, contrastó con los detalles que había dado a conocer sobre ella su titular, Jorge Alcocer.
Entonces, ¿hay o no información? El Presidente de la República prometió entregar fármacos en menos de 48 horas a quienes los soliciten, pero la SSa no sabe siquiera cuántas unidades de transporte terrestre y aéreo tiene para enviarlos a las entidades federativas; también se desconoce el número de la gente que labora para la “megafarmacia” y en el Centro Federal de Almacenamiento y Distribución de Insumos para la Salud (Cefedis) y mucho menos el salario que perciben los trabajadores de estas instituciones.
La “megafarmacia” de AMLO es otro cruel engaño a los mexicanos, al que quizás se sumen varios cuando, del siete al 10 de marzo, el Presidente haga una gira para ‘evaluar’ el programa IMSS-Bienestar; y el 21 de marzo viaje a Oaxaca para encabezar una reunión con 23 gobernadores a los que informará cómo han ‘mejorado’ los servicios de salud pública. Con toda seguridad, dicha reunión será una farsa para, como dice el refrán. ‘taparle el ojo al macho’ y seguir mintiéndole a los mexicanos más pobres. Por el momento, querido lector, es todo.