Esténtor Político
La reciente elección en el Estado de México (Edomex) mostró la capacidad de atracción ciudadana de las fuerzas políticas estatales y nacionales; evidenció también que, en el caso del partido triunfador, el resultado se debió a múltiples artimañas para burlar la ley (entre ellas la compra de votos, en la que se impuso un nuevo récord); y que el alto índice de abstencionismo registrado en las urnas refleja la inconformidad de los mexiquenses hacia Morena.
Morena terminó con 90 años de gobiernos priistas y derrotó a una coalición opositora con una victoria histórica, logró un resultado irrisorio, pues de los 12.3 millones de electores solo votó la mitad, y apenas 3.2 millones sufragaron por Delfina Gómez; mientras que 3.1 millones votaron por Alejandra del Moral.
La coalición oficialista logró 1.6 millones de votos menos que los obtenidos por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la elección de 2018, lo que para muchos analistas significa un descalabro político porque no pudo evitar que, a través del abstencionismo, se expresara el hartazgo de los mexiquenses a pesar de las múltiples acciones ilegales a las que recurrió el Presidente para hacer ganar a Delfina Gómez.
Uno de los factores que influyeron en el resultado fue la manipulación de las ‘encuestas’ que antes de la elección difundieron diversas empresas de estudio de opinión y medios de comunicación, que mostraron a Delfina Gómez como favorita. Este hecho propició que muchos mexiquenses cayeran en la indiferencia, en la resignación; y lo peor: que en el próximo sexenio deban sufrir en carne propia la mala experiencia que ya padecen los habitantes de otras entidades gobernadas por Morena.
En breve, los mexiquenses vivirán en carne propia el aumento en los niveles de pobreza y marginación y la crisis que el gobierno de AMLO ha provocado en los sistemas de salud, educación y seguridad pública nacionales, que muy pronto igualarán a los que ya sufren Veracruz, Puebla, CDMX, Hidalgo, Michoacán y Oaxaca. A los oaxaqueños les bastó poco más de un semestre para arrepentirse de haber votado por el morenista Salomón Jara quien, en ese lapso, aumentó sustancialmente sus desgracias.
En días pasados, Morena activó una precampaña para definir a su candidato a la Presidencia de la República ante la elección de junio de 2024. En ella participarán la exjefa de gobierno, Claudia Sheinbaum; los exsecretarios Marcelo Ebrard Casaubón (Relaciones Exteriores) y Adán Augusto López (Gobernación) y el senador Ricardo Monreal Ávila, quienes, con tal de obedecer un capricho autoritario de su patriarca, incurrirán en flagrantes violaciones a las leyes electorales del país.
Pero de ninguna de las llamadas ‘corcholatas’ de AMLO puede esperarse nada mejor; en el desempeño de sus actuales tareas, solo destacaron por acatar ciegamente al dueño de Morena y jamás se preocuparon por realizar bien sus labores. A los cuatro solamente los mueve el poder, la ambición de gobernar para unos cuantos, usando a los electores como carne de cañón.
En Gobernación, Adán Augusto destacó como la mano dura del morenismo y actuó como cuando fue gobernador de Tabasco: aplicó la ley del garrote y se negó al diálogo con la oposición; Ebrard aún arrastra los escándalos derivados de la construcción de la Línea 12 del Metro, nada relevante hizo en la Secretaría de Relaciones Exteriores; a Sheinbaum Pardo se le cayó un tramo de esa línea por falta mantenimiento, accidente en el que murieron decenas de personas, y aún no termina de renovar la mitad de la Línea 1 del Metro, que había prometido entregar en marzo de 2023; y Ricardo Monreal, quien fuera presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado, siempre se mostró sumiso a las autoritarias iniciativas de ley de AMLO.
Los mexicanos deben hacer a un lado el abstencionismo, convencerse de que Morena no es la opción y derrotar sus intentos de perpetuarse en el poder. Los grandes problemas que agobian a nuestro país –la pobreza generalizada, la miseria, el desempleo, la informalidad masiva, inseguridad pública, el deterioro de los sistemas de salud y educación, la falta de infraestructura pública básica, etc.– han desbordado a los gobiernos morenistas, gobiernan para la oligarquía, promoviendo obras de relumbrón, engañando y manipulando. Ya es hora de tener nuevos gobernantes. Por el momento, querido lector, es todo.