A inicios de la administración del gobierno de la ‘4T’ la frase de ‘estábamos mejor cuando estábamos peor’ casi no tenía sustento y quienes la escuchaban o leían, de inmediato expresaban (o al menos lo pensaban), que tal expresión no tenía sentido y no era verdad; decían, además, que era prudente esperar a que el tiempo y el nuevo gobierno tomara decisiones políticas nuevas, propias de un proyecto diferente que tenía como prioridad a los pobres y a los más olvidados del país. Vociferaban que la ‘salvación’ ya había llegado y que todo lo que estaba mal y que había empeorado con los gobiernos priistas, convertidos en ‘Mafia del Poder’, pronto tenía que cambiar y mejorar.
El tiempo ha pasado y el camino recorrido (ya la mitad del sexenio) del morenismo como gobierno, dice y muestra que la expresión citada en el primer párrafo es una realidad porque los hechos y los problemas que enfrenta el país no son fantasía; quienes decían o criticaban que las cosas en el país habían empeorado (y claro que tenían razón porque hasta el 2018 la pobreza, marginación y la economía de los mexicanos no andaban nada bien), jamás imaginaban lo que vendría después y que no podrían hacer que el poder funcionara para favorecer y se ejerciera para beneficio del pueblo. Hoy ya está más claro: sí estábamos mejor cuando, según, estábamos peor.
Ejemplos para demostrar lo dicho, sobran. La pobreza entre la población mexicana se ha incrementado, del año 2018 al 2020, de 41.9% a 43.9%; es decir, se pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas en esta situación según cifras del Coneval, aunque para algunos especialistas, como Julio Boltvinik, aseguran que esos datos son muy conservadores y que están muy por debajo de las estadísticas verdaderas, que rondarían entre los 90 y 100 millones de mexicanos que padecen este terrible mal.
Podríamos hablar de políticas fallidas en casi todas las áreas de gobierno. Otro ejemplo es la falta de una política educativa y del pésimo papel que ha desempeñado la SEP morenista en estos tiempos que niños y jóvenes están padeciendo de una mala educación porque en muchos lugares no hay condiciones e infraestructura adecuada y que ha venido a empeorar con la pandemia de COVID-19; más recientemente las medidas erróneas y equivocadas de bajar los precios del gas Lp, para supuestamente corregir los problemas en el mercado y que la 4T quiere concentrar; o los altos índices de inseguridad donde ya hay 96 mil 481 homicidios dolosos en lo que va del sexenio.
Otro aspecto que se ha denunciado recientemente es sobre la carencia que tenemos los mexicanos en acceso a la salud y los números no son nada alentadores; la cifra se incrementó de 20.1 a 35.7 millones de personas, lo que nos estaría diciendo que la 4T y el Gobierno Federal fracasan rotundamente en este rubro, los servicios de salud son pésimos y afectan a las personas más vulnerables mismas que ya eran afectadas y lo siguen siendo por el aumento de la pobreza.
La salud en México estaba mejor cuando existía el Seguro Popular, pero una vez que desaparece, la sanidad de las familias empeora y los contagios por COVID-19 le viene a dar una estocada casi mortal a nuestra salud. ¿Qué no el artículo 4º de la Constitución mexicana asegura que la población mexicana tiene derecho a la protección de la salud?, ¿qué no la norma establecida en la Ley General de Salud (LGS) establece el elemento base que debe ser garantizado por el Estado para que toda persona pueda ejercer su derecho constitucional a la protección de la salud y, por tanto, al acceso a los servicios de salud? Así es, esto está en la Ley, sin embargo, para el gobierno actual los derechos y la Ley son letra muerta.
El Insabi como sucesor del Seguro Popular fracasa porque entre 2018 y 2020, de acuerdo a la publicación Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020 por parte del INEGI, el Coneval observó un aumento de la población con carencia por acceso a los servicios de salud al pasar de 16.2% a 28.2% en dos años; esto significa que durante este periodo, ya gobernando López Obrador y su 4T, hubo un aumentó de 15.6 millones de personas que no están afiliadas, inscritas o tienen derecho a recibir servicios de salud en una institución pública o privada.
Y un dato alarmante es que el aumento en la carencia afectó en mayor medida a la población en situación de pobreza extrema, esas familias que día con día no tienen acceso a medicamentos, a consultas y menos, hoy en día, a una prueba del COVID-19 para evitar los estragos de este mortal virus.
El porcentaje de este grupo que tiene carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 25.6% en 2018 a 57.3% en 2020; es decir seis de cada 10 mexicanos, que padecen pobreza extrema, seguirán muriendo hasta con una gripe o una infección estomacal por no tener acceso a salud, todo gracias a un gobierno que llegó con bandera de que primero están los pobres, pero que en la realidad el trío AMLO, Morena y la 4T han abandonado más a los pobres; el tema de sanidad del pueblo sólo es un ejemplo más. Por el momento, querido lector, es todo.