Esténtor Político
La libertad de expresión ha jugado un papel muy importante en la historia. Gobiernos han tratado de suprimirla, pero sin éxito. El derecho a la información ha sido eso, un derecho por el que se ha peleado contra los gobiernos autoritarios que buscan la censura. Asimismo, la información ha sido un poco más accesible y más rápida para el público gracias a las nuevas tecnologías y sus mecanismos de transmisión.
Gracias al periodismo, millones de personas se han envuelto de un poder de conocimiento más amplio, que les permite conocer y vislumbrar un panorama más concreto del día a día en su vida, la sociedad, la política, la economía, políticos y los gobiernos. Sin embargo, existe –por la infodemia- cierta falta de razonamiento, juicio y criterio propio por temas que han sido abordados con información no verídica y comprobada.
Con el paso del tiempo, la tecnología ha avanzado a pasos gigantescos. Ha hecho que el trabajo periodístico sea más rápido, pero ella no define el trabajo del periodismo. Cambia el esquema, el objetivo no. La liberación y el conocimiento del hombre se basan en la información compartida de la realidad. Los medios de comunicación son y deben servir para dar voz a quienes no la tienen.
El periodismo ha ayudado a construir la democracia, con principios de honestidad y profesionalismo; pero sigue siendo necesario y urgente que voltee a poner en sus planas y en sus líneas, lo que la gente dice, comenta, piensa y quiere.
El periodismo no puede ser monopolizado, limitado y elitista. Por tanto, la tecnología no está peleada con él, ambos se debe complementar para obtener un producto global. También, con la globalización se deben optar por nuevos mecanismos para informar a nuestros posibles lectores. Debemos forjar un periodismo independiente, crítico y honesto.
Precisamente, hoy el periodismo que denuncia las corruptelas de la 4T y de Morena es embestido por un gobierno que se dice de ‘izquierda’. Ningún mandatario de la historia moderna de México había acumulado el poder que tiene y ejerce López Obrador. En el primer año de gobierno, las consecuencias de sus acciones no eran alentadoras: ahora se han vuelto trágicas y siniestras. La narrativa de buenos contra malos sentencia a todo lo que denuncia su mal gobierno.
Puebla se convierte en el laboratorio de persecución y crucifixión de la prensa libre. Miguel Barbosa se convierte en el cachorro fiel de la dictadura en la que nos encamina AMLO tras sus malos resultados. Sus filias y fobias muestran a un político derrotado, desprestigiado y buscando la sobrevivencia de su legado. Aquel caudillo será juzgado por la historia misma que dice representar.
La historia también nos ha enseñado que los grandes gobiernos se consolidan con el apoyo de su pueblo, pero también lo derrumban cuando este ya no responde a sus intereses; cuando el gobierno y los políticos encumbrados en él se vuelven sus peores enemigos, lo humillan, maltratan y hasta asesinan.
Hoy que en México existe un poder autoritario, soberbio, prepotente; contra todo, incluso lo que él mismo dice defender, Para los pobres y para el pueblo, el periodismo escrito, radiofónico y televisivo, deberán jugar un mejor papel, mostrar la verdadera realidad a los ciudadanos, informar y educar al pueblo sabio que sabrá entenderlo y comprenderlo para después actuar y tomar partido. La prensa debe jugar un papel de unidad y de organización de la ciudadanía.
Así, hay que recordar lo que dijo el gran filósofo y economista, Carlos Marx, en mayo de 1942, en la Rheinische Zeitung (La Gaceta Renana): “La prensa libre abre los ojos al espíritu del pueblo, es la encarnación de la confianza del pueblo en sí mismo […] es el espejo espiritual en el que el pueblo se conoce a sí mismo”. Por el momento, querido lector, es todo.