América Latina es la región más afectada por la pandemia del COVID-19 y la que tiene los nudos más críticos en cuanto a densidad poblacional, hacinamiento habitacional y acceso a servicios urbanos básicos, según el análisis de 2020 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal 2020). A este problema se agrega hoy su peor crisis financiera desde la segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Durante décadas, la educación en Latinoamérica ha sido precaria, desigual y con serios rezagos, que se han agravado con la pandemia. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha reportado que, en lo que va de este año, el 60% de los alumnos del área han perdido su año escolar por falta de políticas de contención al virus y por el cierre de escuelas. Esto significa que tres de cada cinco niños abandonaron la escuela.
El cierre de centros educativos y la desigualdad generada por educación en línea está repercutiendo en los 167 millones de estudiantes de la región, donde antes de COVID-19 había 11 millones de niños y adolescentes que trabajaban en el sector informal (Cepal 2020). Según el documento Marco para la reapertura de escuelas 2020, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), UNICEF, el Banco Mundial (BM) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), los infantes de familias pobres tienen cinco veces más probabilidades de no asistir a la primaria en comparación a los niños de hogares con ingresos elevados.
Además, de acuerdo con este estudio, es previsible que, en el futuro próximo, la pandemia agrave los rezagos educativos, la deserción escolar, el trabajo infantil, el embarazo adolescente, el matrimonio infantil, los abusos sexuales y, desde luego, la pobreza de millones de familias latinoamericanas que, de suyo, parece enorme.
En México, la educación será muy complicada para las generaciones futuras. El gasto del sector educativo público de 2021 asciende a 836 mil 400 millones de pesos (mdp); pero su presupuesto sufrió una reducción con respecto al de 2020, y se eliminaron 13 programas de apoyo a la educación básica, pese a que hay una matrícula mayor y hubo que improvisar las clases en línea por Internet, radio y televisión.
El modelo educativo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) desdeñó las estrategias propuestas por especialistas en la materia y ello lo ha llevado al fracaso, que tendrá muy altos costos sociales para el país. El mayor de sus yerros consistió en omitir la enorme brecha socioeconómica y de oportunidades que hay entre los medios urbano y rural del país y, de modo muy particular, en la oferta educativa. La magnitud de la deserción escolar no es nueva, pero en el último año ha crecido exponencialmente debido a las crisis sanitaria y económica.
En las regiones rurales y urbanas con alto grado de hacinamiento habitacional, lo primordial para las familias no es la educación, sino la adquisición de la canasta básica para que sobrevivan sus integrantes. En núcleos sociales vulnerables es mayor el riesgo de que los niños no regresen nunca a las aulas y que se sumen a los cinco millones de infantes mexicanos que ya trabajan en las calles y el campo, según estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la organización no gubernamental Oxfam.
La organización Save The Children reveló recientemente que tres millones de estudiantes de nivel básico y medio superior han abandonado la escuela durante la cuarentena; y que dos millones más no estudian porque en sus casas no hay siquiera un monitor de televisión. Por esta razón sugirió el pronto regreso a las clases presenciales en el sistema educativo nacional.
Por ahora, el país no cuenta con una estrategia educativa adecuada, y será muy difícil que la busque y encuentre con la actual Secretaria de Educación Pública (SEP) quien, pese a su currículum magisterial, su mayor mérito para estar ahí es su incondicionalidad al Presidente de la República y su partido.
La Cepal prevé que, en los próximos meses, América Latina sumará 250 millones de pobres, con los 45 millones que, en poco más de un año, ha aportado la pandemia del COVID-19 y su crisis económica, de los cuales un buen número han sido generados en México. De este hecho, el actual Gobierno Federal es el principal responsable. Por el momento, querido lector, es todo.