Esténtor Político
En días pasados la revista británica The Economist señaló en su artículo titulado “AMLO´s war against the intelligentsia” que “el Presidente de México pretende silenciar a las voces críticas en los medios mexicanos” y de ser temeroso a la “intelectualidad”.
El artículo generó polémica en redes sociales, y varios funcionarios de gobierno y simpatizantes de la 4T saltaron en defensa de López Obrador, incluida la empresaria mexicana Patricia Armendáriz, quien ha sido muy cercana al mandatario y que en su momento solicitó pruebas a los directivos de la revista inglesa de lo mencionado en su publicación. Richard Ensor, jefe de la casa editorial en México, respondió a través de Twitter y aclaró y defendió la postura de la revista por el material publicado.
No ha sido la primera vez que el gobierno de AMLO sale a relucir en los medios internacionales como: The New York Times, El País, The Lancet, Los Angeles Times, The Guardian, The Wall Street Journal, The Financial Times, The Washington Post y más. Ellos han sido los más duros críticos a la situación de inestabilidad que se vive en el país ante las acciones presidencialistas y autoritarias, con investigaciones fuertes y reveladoras. Incluso, diversos estudios han señalado la corrupción que se esconde detrás de la 4T, la falta de visión política, económica y de control de la pandemia.
Regresando al punto de partida de esta columna, AMLO sí le tiene miedo a los intelectuales, y no sólo lo vemos con la inhabilitación de la revista Nexos o con las críticas de desprestigio hacia ellos, lo vemos y lo palpamos con sus acciones para desaparecer 109 fideicomisos a diversas áreas como la ciencia, tecnología, cultura, deporte, fondos para emergencias, etc.
Esto, en pocas palabras, es un duro embate del Presidente y una bofetada a los mexicanos. La extinción de estos fideicomisos causaría un daño irreparable al país. Millones de estudiantes, académicos, investigadores y periodistas han levantado la voz para detener tal masacre. El panorama mexicano se vuelve más delicado y peligroso. El Presidente sigue desdeñando y castigando a la ciencia como un “ojo por ojo”, tal pareciera una venganza “sin medias tintas”.
La investidura presidencial hace tiempo que se manchó; ahora sólo encontramos los trapos de aquel ropaje de un supuesto gobierno popular. Como las serpientes, después de haber ganado las elecciones y tomado el poder, cambiaron de piel.
Morena y AMLO han jugado los dados a su favor, la función legislativa se ha convertido en el ejercicio arbitrario en el poder para hacer y deshacer leyes convenencieras. Los diputados tienen en sus manos una decisión histórica que marcará el funcionamiento de instituciones, investigaciones, educación de millones de estudiantes y el rumbo de México. Pero, si ese poder se ejerce con la separación de la razón, con el sólo argumento de la fuerza mayoritaria, su legitimidad se perderá. Voltearán las armas y apuntarán a su propio pueblo.
Así la polarización disfrazada de transformación, así la división entre “justos y pecadores”. El Presidente exige que dejemos de ser comensales de la democracia; demanda en que seamos colaboradores. No está en busca de ciudadanos libres, críticos, capaces de pensar por sí mismos, necesita feligreses que sigan su misma doctrina; “lealtad ciega” como en los hoy diputados de Morena.
La desaparición de los fideicomisos es otra amenaza de la 4T para la democracia. Y a los mexicanos nos toca defenderla con unión, fraternidad y lucha. “Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos”, escribió Rubén Darío.
Y sí, hay de dos sopas: avanzar o retroceder, democracia o dictadura. Por el momento, querido lector, es todo.