Esténtor Político
El 29 de septiembre de 1902 falleció Émile Zola, ilustre escritor francés, famoso autor de las grandes novelas Germinal, La alegría de vivir y El sueño, pero también por el papel relevante que asumió en la revisión del proceso del militar francés Alfred Dreyfus, a quien se acusó y condenó con base en pruebas falsificadas. Una vez que se conocieron los entresijos de esa conspiración, que implicó a altos mandos del ejército, la justicia militar se negó a rectificar y a declarar inocente al acusado, razón por la cual hubo una polarización social y política entre los defensores y los acusadores de Dreyfus.
En su famoso artículo Yo acuso (J´accuse), Zola denunció las grandes fracturas de la Tercera República francesa. En el escrito destacan las siguientes frases: “La verdad está en marcha y nada podrá detenerla”. Estas palabras cobran vigencia en el México de hoy, cuando las crisis sanitaria, económica y política han puesto en evidencia la “verdadera” identidad ideológica y las discapacidades políticas e intelectuales del Presidente y su partido; sobre quienes caerá la condena popular por su ineptitud, demagogia y autoritarismo.
Los hechos que en días recientes presenciamos son el preámbulo del desastre que puede provocar un gobierno autoritario, que se dice democrático y popular, pero cuyo verdadero rostro –si no logramos detenerlo– se revelará muy similar al de Adolfo Hitler. Hoy, las fuerzas progresistas y una parte de los medios de comunicación han expresado su rechazo a las fantasías y desatinos del primer mandatario. Se torna más urgente que nunca sumar fuerzas para evitar una crisis de mayor envergadura, en la que todos saldremos perdiendo.
Las conferencias matutinas de López Obrador se han convertido en un tribunal del Santo Oficio desde donde el Presidente ataca a medios de comunicación, periodistas, empresarios, grupos políticos, organizaciones, líderes sociales y hasta a exfuncionarios públicos de su gabinete (el más reciente fue Jaime Cárdenas) que decidieron abandonar a la “Cuarta Transformación” (4T) por no estar de acuerdo con sus políticas.
Dentro de los lastres con que nació la 4T se hallan la falta de competencia técnica y política para definir las estrategias y los planes de desarrollo económico, social y administrativo más idóneos. A falta de estas aptitudes, el gobierno morenista opta por la represión y al linchamiento contra cualquier ciudadano que se atreva a contradecirlo. Uno de sus golpeadores es Santiago Nieto, director de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), quien está interviniendo cuentas bancarias de particulares y organizaciones sociales para amedrentarlos y reprimirlos.
A la crisis económica, que se manifiesta en el nulo crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) registrado en 2019 y el descenso del 10% en este año; a la crisis de salud, que ya ha provocado cerca de 80 mil muertos y más de 730 mil contagios; a la nula recuperación de empleos y, por tanto, a la extensión de la pobreza y la miseria extrema; a la inseguridad pública y la violencia delictiva y al cada vez mayor número de feminicidios, ahora se suman la represión, el acoso y el linchamiento del Estado y los ataques a la libre expresión en el periodismo, con el objetivo último de que los medios no informen a la población de lo que ocurre en el país.
El derecho a la información brinda a los ciudadanos la posibilidad de contar con un conocimiento mayor y mejor sobre sus problemas. Por ello es indispensable que se preserve, en forma absoluta, para que los periodistas y los medios de comunicación cuestionen y critiquen al gobierno en turno, y que no sean objeto de acoso y persecución. Es decir, deben contar con la solidaridad y el respaldo de los mexicanos.
Sin detenernos a ver qué tan consecuente ha sido la prensa mexicana en su historia reciente, la verdad es que el papel desempeñado hoy por los medios críticos resulta indispensable para que las masas se informen, eduquen y paulatinamente alcancen un nivel de conciencia política adecuado. La prensa que habla con la verdad e informa los hechos reales tiene forzosamente que calar en la población y despertarla para que su fuerza, que es inmensa, pueda ayudar a que la situación cambie.
Hoy sabemos que la vida y la realidad de los hechos y los fenómenos son la fuente final de toda lógica, y ésta nos afirma que entre la fuerza y la razón no debe haber divorcio. En muchas ocasiones es menester que la fuerza y razón se unifiquen más y se apoyen. Hoy, la razón y verdad de los periodistas y los medios son conculcadas y deben unirse con la fuerza del pueblo –que ha estado esperando que se le considere– para que juntos hagan que el Gobierno Federal respete a todos los mexicanos. Por el momento, querido lector, es todo.