Esténtor político
Es imposible no hablar del Presidente porque a diario lo vemos en sus conferencias mañaneras. Siempre linchando al pasado, adverasrios y oposición y ocultando el presente, el “poeta” del insulto divide a puros y podridos para continuar con su escenificación de una falsa guerra, de un falso gobierno. Frente a la miopía de la razón, el capricho, así es como juega con la frágil democracia de nuestro país, sometiendo la autonomía y neutralidad de cualquiera.
López Obrador será un populista de manual, pero es también un político pragmático fiel a sus promesas pero cegado ante la realidad. Por eso, no ha sido difícil saber por qué México está en crisis económica y sanitaria, por qué México no avanza, por qué México tiene más pobreza. Todo tiene una respuesta: la autocracia del Presidente.
La crisis esclareció las convicciones gubernamentales. La enorme brecha de desigualdades, que por mucho tiempo se ocultaba en el discurso político de Morena, se destapó. El actuar del gobierno se quedó pequeño con una pandemia que rebasó las predicciones oficiales de Hugo López-Gatell. Millones de niños y jóvenes debaten para el regreso a clases, estudiar o trabajar para comer. En lugar de evolucionar para convertir a su gobierno en un gobierno progresista, López Obrador ha torcido el cargo a voluntad. El gabinete ha sido una pieza ornamental avasallado por un solo hombre que obedece a sus instintos. Las decisiones gubernamentales antes y durante la pandemia tuvieron un efecto negativo tanto en salud como en los bolsillos de los mexicanos, creando un enorme cataclismo económico que tardará varios años en recuperarse.
El México que salga de la emergencia sanitaria poco tendrá que ver con el que recibió el 2020 y a la 4T; los planes de la administración perdieron sentido y ahora no existen. Hasta los más ardientes defensores del proyecto del lópezobradorismo lo seguirán confirmando. Aunque se resistan a reconocerlo, el legado y el poder de AMLO se juega en los próximos meses. Suprimir a la oposición (Partido político, organización, etc) e instalar una dictadura disfrazada de un cambio que el país clama desde hace varios años no es una verdadera fiesta de la democracia.
AMLO había declarado que el tratamiento a los enfermos de COVID-19 se administraría con el principio “por el bien de todos, primero los pobres”. Pero hay conocimiento de hospitales y clínicas públicas en las que se han infectado médicos y enfermeras por no tener ni la capacitación ni el material adecuado para tratar a los contagiados, y que en hospitales públicos los análisis tardan más de una semana. Ojalá la miseria se erradicara por decreto, pero lamentablemente no es así, sólo amlo la puede borrar de un plumazo, pero tras la lectura de su informe, vuelve a la realidad.
China controló esta pandemia a pesar del mes transcurrido entre la aparición del primer paciente, el primero de diciembre y la identificación del nuevo virus. Es la misma China que en 1968 dio formación paramédica básica a campesinos y les mandó a áreas rurales alejadas y olvidadas. Fueron conocidos como los “médicos descalzos” y promovieron con éxito cuidados básicos de higiene, planificación familiar y tratamiento de enfermedades comunes. Necesitamos y estaríamos mejor preparados si hubiera más y mejores médicos. China, Rusia y Cuba han sido ejemplos de lo que México debería hacer, para avanzar y no retroceder.
Es necesario reconocer la miseria porque negarla no la desaparecerá; señalarla es el primer paso para atenderla. Esta pandemia no distingue clase social, pero sin duda aquéllos con recursos cuentan con todos los medios para salir adelante. Tienen acceso a la prevención, podrán aislarse y olvidarse del exterior y, en caso de contagiarse, podrán pagar desde el mejor cubrebocas hasta el mejor hospital. El virus detonó una crisis mundial de enormes magnitudes.
López Obrador ha sido un presidente autoritario, inflexible y obsesionado hasta el punto que su proyecto no cambia de dirección ni de ritmo cuando aparece una pandemia y genera la peor crisis económica de la historia. Por el momento, querido lector, es todo.