Hace unos días se informó que el Banco del Bienestar lanzaba una oferta: brindar y otorgar a los mexicanos, que habitan en el país y en el extranjero, la posibilidad de abrir una cuenta bancaria remota donde pueden enviar y recibir sus remesas; la noticia, -que en apariencia no es mala, pues las los recursos que nuestros paisanos envían a México representan un ingreso cuantioso e importante para las familias mexicanas-, sí se vuelve preocupante cuando se habla de la cantidad que se pudiera enviar o recibir, pues aunque se ha dicho tendrán más facilidades y menores costos a la hora de cobrarlas, no se ha especificado ni concretado nada.
Las alternativas que el Banco del Bienestar ofrece son tres tipos de cuenta: para mexicanos que se encuentran actualmente en el extranjero, otra para compatriotas deportados, y otra más para familiares de migrantes. En esencia, tal y como se ha presentado todo, la idea es bancarizar a migrantes que envían remesas, alternativas que en coordinación anunciaron la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, El Banco de México y la Asociación de Bancos de México.
La propuesta, de lejitos, no parece rechazable. El problema y las interrogantes vienen cuando se le acerca la lupa y nos damos cuenta que la cobertura de los Bancos del Bienestar no puede competir con los sistemas actuales como la compañía “Western Union” que ya está muy bien establecida o con las casas de cambio que ya se han ido especializando en la aceptación de dólares y que ya son generalizadas en brindar servicios óptimos a los mexicanos radicados en EU y en nuestro país.
Por ejemplo, Eliseo Díaz, académico del Departamento de Estudios Económicos del Colegio de la Frontera Norte (Colef) acepta que es positivo reducir los costos de envío de dinero a México; pero si observamos la infraestructura con la que cuenta el Banco del Bienestar, nos topamos con que es insuficiente; incluso, el funcionario habló, haciendo un símil, que implementar la medida y echar a andar cuentas bancarias es como querer que las ‘Tiendas del Bienestar’ sustituyan a los Oxxos o los Eleven.
Aunque la medida para bancarizar a los migrantes otorgue la facilidad de abrir cuentas de manera remota, el sistema es limitado en cuanto a la conveniencia de los Western Union o Money Mart que tienen muchos puntos y ofrecen sus servicios sin mayor problema; incluso, si observamos con detenimiento la operación de los Bancos del Bienestar encontraremos serios problemas en la distribución de los apoyos del gobierno en todo el país.
En enero del 2020, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prometió, como muchísimas otras cosas, instalar dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar para que los 31 millones de beneficiarios de los programas sociales del Gobierno Federal pudieran retirar sus apoyos monetarios. El proyecto ha tenido serios tropiezos como exhibe el reportaje del periodista Trinidad González publicado en la revista Buzos de la Noticia. «Primero disminuyó el número original de sucursales; después se retrasó el inicio de su construcción y, entre otros problemas, está el proceso de licitación para adquirir los cajeros automáticos que ofrecerán el servicio principal.»
Sin embargo, el mayor problema es operativo porque la mayoría de los mexicanos para quienes, según, fue creada la Institución difícilmente podrán utilizar todos sus servicios bancarios, porque los grandes depósitos monetarios mensuales o bimestrales no les alcanzarán para ahorrar, invertir, contratar créditos o utilizar otros productos; el objetivo principal del Banco del Bienestar consiste en distribuir los recursos de los programas sociales del Gobierno Federal y ahí hay fallas; se ha retrasado la construcción de las sucursales y ni siquiera se cumplió la promesa de AMLO de que antes de que terminará el 2020 se entregarían la mitad del número total de prometidas.
El fracaso del Banco del Bienestar es visible porque miles de “beneficiados” no pueden hacer uso de él porque la mayoría de sus sucursales están cerradas y tienen que retirar los apoyos monetarios en el Banco Azteca del empresario Ricardo Salinas Pliego, quien recientemente aumentó su riqueza en cuatro mil millones de dólares en 2019, según la “Lista de Multimillonarios” de la revista Forbes.
Imagine usted, amigo lector, según La Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2018 (ENIF), elaborada por el Inegi, en la parte sur del país sólo cuatro de cada 10 mexicanos tienen acceso a los servicios financieros; entonces, en estados como Oaxaca, Guerrero, Puebla o Veracruz, tienen bajísimas posibilidades de abrir una cuenta bancaria.
El proyecto del gobierno de la 4T de ubicar sucursales del Banco del Bienestar en pequeñas ciudades del país olvida las condiciones de pobreza, miseria y marginación en que viven los pobladores de cientos de municipios de la nación y cuyos ingresos salariales resultan muy bajos. Es claro que las sucursales del Banco del Bienestar están pensadas para que muchas familias receptoras de remesas provenientes de Estados Unidos sean controladas por el Gobierno, como el propio Presidente ha reconocido.
Como otras tantas promesas que AMLO no cumplió, hoy se suma una más y aun año de prometer construir mil 350 sucursales en 2020 y el mismo número en 2021, simplemente no hay respuesta. La mañana del pasado 6 de enero, en su conferencia matutina, anunció que construiría dos mil 700 sucursales en dos años; el año pasado, apenas construyó 230, pero la mayoría de éstas se encuentran fuera de servicio, son un elefante blanco.
El Gobierno Federal presupuestó 10 mil mdp para la construcción de las sucursales en 2021. A principios de enero de este año la Secretaría de Hacienda liberó cinco mil mdp con los que pretende avanzar en la construcción de las sucursales. Sin embargo, debido a que la mayor parte de los fondos, que controla el mismo Banco, proviene de recursos públicos, esto representa un riesgo a futuro como institución bancaria.
Si como negocio en marcha el Banco del Bienestar no puede funcionar porque tendría que competir en infraestructura con otros bancos que ya están muy bien establecidos, queda revelado, una vez más, que su única función sólo sería para distribuir los fondos destinados a los beneficiarios de los programas sociales del gobierno federal, función que también quedaría en duda porque en comunidades muy apartadas no existen bancos, cajeros automáticos ni otro medio para recibir los recursos y… ¿Entonces?
El proyecto del Banco del Bienestar sencillamente es un fracaso porque no puede competir y al gobierno federal ya se le complicó el primer paso que es construir y abrir las sucursales. El Banco del Bienestar seguirá siendo un sueño fracasado de la 4T y de AMLO. Por el momento, querido lector, es todo.