Esténtor Político
Únicamente faltan seis meses para que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de Morena, abandone la silla presidencial; al margen de su filiación partidista muchos ciudadanos critican al gobierno morenista por ineficiente, corrupto y por dejar atrás un país con más pobreza, desempleo, desatención médica, inseguridad y en manos de las bandas del crimen organizado.
O, amigo lector: ¿cree usted que el Presidente y los 22 gobernadores morenistas desempeñaron bien su papel? ¿Comparte usted la idea de AMLO de que la ‘están haciendo bien’ Evelyn Salgado en Guerrero; Cuitláhuac García en Veracruz; Rutilio Escandón, en Chiapas; Rubén Rocha en Sinaloa, etc., y que ninguno es corrupto ni inepto?
Un análisis publicado recientemente por la asociación civil México Evalúa reveló que el sexenio de AMLO concluirá con un presupuesto militarizado, un grave déficit en las empresas del Estado, mayor endeudamiento y bajo crecimiento en sus ingresos debido a que no cumplió sus metas de recaudación fiscal; lo que a su vez lo indujo a recortar los gastos de educación, seguridad pública y salud.
En contraste con estas reducciones, el gobierno morenista aumentó 239% el gasto de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), Marina (Semar) y la Guardia Nacional, que sumó 210 mil millones de pesos (mdp). A este monto hay que agregar el incremento de los fideicomisos militares que pasaron de recibir 6 mil 900 a 81 mil 200 mdp; además de abuso de poder, ¿proyectos de corrupción y militarización deliberada?
México Evalúa subraya que, al cierre de 2023, la deuda pública ascendía a 1.36 billones de pesos, equivalentes al 4.3% del Producto Interno Bruto (PIB), el doble de la que dejó el gobierno de Enrique Peña Nieto (2.2%). La organización civil difundió que, por primera vez en 20 años, los ingresos fiscales estuvieron debajo de la meta.
Desde el 1 de octubre, AMLO ya no estará en la Presidencia de la República, pero sus graves errores y excesos seguirán golpeando a su sucesor durante varios años, entre ellos, según México Evalúa, el deterioro financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex); la baja inversión privada y la falta de gasto público en infraestructura urbana básica y en la atención a eventos imprevistos como la devastación que el huracán ‘Otis’ provocó en Acapulco.
El pasado 29 de enero, AMLO reconoció que su gobierno terminará con el mayor número de homicidios dolosos en la historia reciente del país, que al 26 de marzo sumaban 182 mil 731 con un promedio de comisión diaria de 95 y uno cada 15 minutos. Pero, como siempre, responsabilizó a las administraciones anteriores; y aunque evitó inculpar a la ‘mafia del poder’ y a los ‘conservadores’, con cinismo extremo declaró que la paz prevaleciente durante su sexenio fue “fruto de la justicia”.
AMLO logró la Presidencia con holgura; concentró el poder político y los apoyos monetarios lo hicieron popular entre muchas personas. Sin embargo, no supo aprovechar estas ventajas para atraer inversiones, propiciar el crecimiento de la economía, crear empleos y reducir el número de mexicanos en la pobreza, a pesar de que uno de sus lemas fue ‘primero los pobres’.
AMLO saldrá bien librado de los malos resultados en casi todos los rubros de su desgobierno, aunque su popularidad nominal en las encuestas no evitará que la sombra de las miles de víctimas del COVID-19, del crimen organizado y de la desaparición forzada lo persigan cuando se vaya a su rancho en Palenque, Chiapas.
Tuvo la oportunidad de trabajar por el bien de México, pero la dejó pasar; se dedicó a hablar, proponer ocurrencias, atacar a periodistas y expedir decretos que, en vez sacar de la pobreza a millones de mexicanos, corrompieron a su círculo más cercano mientras las fortunas de los 15 mexicanos más ricos aumentaron 30 por ciento. Éste será su legado para 130 millones de mexicanos.
A partir del 1 de octubre, el próximo Presidente gobernará sin AMLO y sin su popularidad; y aunque intentara cambiar las cosas, la marca de Morena (devaluada por la corrupción, la indolencia y la ineficiencia de sus gobernantes) pesará negativamente en sus decisiones.
Por ahora, a los mexicanos sólo nos queda esperar que en 2030 haya una nueva oportunidad de cambio en manos de nuevos políticos que dispongan de una nueva perspectiva de la realidad nacional y de nuevas formas de gobernar. Hacia allá hay que trabajar, porque en el sexenio que termina sólo se cumplieron los caprichos de AMLO. Por el momento, querido lector, es todo.