El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no está cumpliendo con las expectativas que generó ante millones de mexicanos en torno a que ejercería un buen gobierno, mientras que acorrala a la sociedad mexicana con conferencias mañaneras, cifras inventadas o carentes de respaldo con la realidad y la semana pasada anunció que, en 2020, rendirá cuatro “informes”: uno en abril, otro en julio, el tercero en septiembre y el anual en diciembre.
La administración encabezada por AMLO parece no darse cuenta aún que muchas de sus decisiones han provocado inconformidad e inestabilidad y que en este mes –febrero, el décimo cuarto de su mandato– mucha gente está inconforme por la falta de crecimiento de la economía, el retiro de apoyos gubernamentales como Prospera y el alza de precios en mercancías y servicios básicos, que han afectado gravemente sus bolsillos. Sí. Hoy, muchos mexicanos ven que el poco dinero que ganan, no les alcanza para cubrir sus necesidades elementales, porque todo se está encareciendo y los precios, contrario a lo que dicen AMLO y sus colaboradores, están por los cielos.
Por ejemplo, la tortilla, indispensable en la dieta de todos los mexicanos y producto incluido en canasta básica, durante los primeros días de enero subió a nueve pesos el kilogramo en algunos estados y, en otros, su precio alcanzó hasta 20 pesos. Esta alza, según la misma Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), se debió aun aumento de entre el 14 y el 15% en los insumos con que se elabora esta mercancía.
Otro amplio sector social severamente afectado lo integran muchas familias humildes, la mayoría encabezadas por amas de casa que, cuando les retiraron el apoyo del programa Prospera, quedaron en el desamparo sanitario absoluto, porque perdieron servicios médicos y medicamentos gratuitos y hoy, para ser atendidas, deben pagar 500 pesos por consulta y una cantidad similar por las medicinas. ¿La razón? El gobierno de AMLO suspendió las medicinas a hospitales y clínicas y, en algunos centros de salud, retiró a los pocos médicos que había.
Los efectos de la llamada “Cuarta Transformación” (4T) han sido mayoritariamente decepcionantes y la “contundencia” con que AMLO ganó la elección de 2018 solo sirve para que éste se endiose más y no advierta, o no quiera reconocer, que los resultados de su gobierno hasta ahora son el crecimiento de la pobreza, el aumento de la violencia y la inseguridad pública y el hundimiento de la economía de México en el subsuelo.
Todo esto se ha aunado a la caída de la popularidad del Presidente, de acuerdo con los estudios de opinión. Por ejemplo, del 1 de enero al 19 de febrero de 2020, pasó del 57.3 al 55.4% de aprobación y, del 1 al 31 de diciembre de 2019 bajó del 58.7 al 57.3%. Es decir, su promedio mensual de baja en el trimestre ha sido de 1.65 puntos porcentuales, media que, de convertirse en tendencia, estaría previendo un 38 por ciento de aceptación al fin de 2020, tres puntos menos de lo que obtuvo Enrique Peña Nieto en el mismo periodo, en diciembre de 2014. La aprobación de AMLO como Presidente va en picada y viaja más rápido de lo que canta un gallo.
Pero el mandatario, por lo que dicen sus acciones, ya tiene en mente las elecciones federales intermedias y las locales de 2021 y ha comenzado a preparar el terreno que favorezca los intereses de su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los de sus aliados. En función de este objetivo político, está buscando la manera de reducir al máximo las posibilidades de la oposición para conservar su mayoría en la Cámara de Diputados y ampliar el número de gobiernos morenistas en algunos estados.
Por eso, en Puebla por ejemplo, está intentando frenar la constitución del partido Movimiento Antorchista Poblano (MAP) y en el nivel nacional, reteniendo recursos financieros del Estado –incluso hasta llegar el subejercicio– con el fin de que este dinero esté disponible para la “compra de votos y conciencias” en esas elecciones.
Sin embargo, millones de mexicanos –entre ellos muchos que eran fieles seguidores de la 4T– hoy aseguran que no permitirán que el actual gobierno morenista opere una elección de Estado. AMLO no tiene muchas cartas sobre la mesa y, si quisiera hacer truco con alguna de las poquísimas que le quedan, necesariamente tendrá que violar la ley y enfrentarse a millones de mexicanos.
¿AMLO se atreverá a violar la ley y atentar contra la verdadera democracia? Pronto lo veremos. Por el momento, querido lector, es todo.