Esténtor Político
El gobierno priísta de Alfredo del Mazo Maza podría ser, quizá, el último que mantenga el poder familiar que durante más de 60 años ha tenido el “Grupo Atlacomulco”; esto desde que su abuelo, don Alfredo del Mazo Vélez, fue gobernador mexiquense, entre 1945 y 1951, siendo el primer gobierno que duró seis años, porque antes de ese periodo, la administración era de cuatro años. Del Mazo Vélez, gracias a la simpatía y amistad con el gobernador anterior Isidro Fabela, -quien como mandatario interino y constitucional llenó su gabinete con personajes oriundos de Atlacomulco, y que por esa razón, posteriormente se les marcó como el «Grupo Atlacomulco»-, logró posicionarse como un político priísta de renombre que le ha servido a toda la familia para seguirse manteniendo en el poder político.
Se sabe muy bien que en 1946 apoyó al candidato Miguel Alemán Valdez y fue su colaborador muy cercano y de confianza; después, algo confundido, intentó ser el sucesor de Alemán, pero el dedazo político no le favoreció y quien terminó como presidente de México fue Adolfo Ruiz Cortines. Fiel al grupo Atlacomulco, en 1958, en la presidencia de López Mateos, permaneció durante todo el sexenio como titular de la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Fue padre de Alfredo del Mazo González, quien también fue gobernador mexiquense, candidato a la Presidencia de la República en 1987, y padre del actual gobernador mexiquense, Alfredo del Mazo Maza, conocido por su, aspecto y estilo de vida, como el «goldenboy» mexiquense.
El todavía político «más poderoso» del Estado de México no ha aprendido la experiencia y lecciones familiares; no ha sido capaz de entender y no tiene en su mente, que el PRI con el que ganó, si no está totalmente muerto, hacia allá camina y es a paso veloz. Del Mazo Maza no se da cuenta que en 2017 al obtener dos millones 40 mil votos, apenas 169 mil 709 por arriba de su contrincante Delfina Gómez, estuvo a punto de perder y que su triunfó, como dice la sabiduría popular, solo fue por un pelito.
El gobernador de lo que históricamente se ha llamado laboratorio político, junto con otros gobernadores de otros estados del centro y parte sur del país, no se quieren dar cuenta que esa forma de hacer política donde reinaba el dedazo y todo se decidía desde Los Pinos, ya caducó; tampoco se dan cuenta que ahora ya no es suficiente tener padrinos o familiares políticos encumbrados para poder mantenerse en el poder de la nación, o, ¿cómo se explican que Enrique Peña, que ganó con con 38.21% de las preferencias electorales, 19 millones 219 mil 139 votos, en seis años de gestión no haya logrado que el PRI se mantuviera en los Pinos? ¿cómo se explican que el actual gobernador tenga una pésima percepción entre los ciudadanos y no esté atendiendo las demandas de los mexiquenses que lo eligieron como gobernante?.
Del Mazo no entiende la realidad política actual y tampoco comprende o es incapaz de ver que México necesita mensajes y acciones con respuestas eficaces y nuevas acciones, que a la población ya no se le ignore porque ya es capaz de reaccionar en periodos electorales cortos, en un trienio o en sexenio de gobierno; el ejemplo lo tuvo muy cerca, con su primo Enrique Peña Nieto.
La política de los priístas y la del gobierno mexiquense siguen sin tener un proyecto claro de país y no aprenden, o no quieren hacerlo, de los fracasos; el no gobernar diferente y menos resolver los problemas de miseria y pobreza de los mexicanos, porque hacerlo afectaría sus intereses económicos y de ambición política, han hecho que en el 2018 perdieran la presidencia y por muy poco casi se quedan sin el Estado de México, salvados casi por los municipios de Ixtapaluca y Chimalhuacán, porque como dicen unos, hasta en su propia casa perdieron.
En otra lectura, la relación del gobernador mexiquense con el mandatario nacional, Andrés Manuel López Obrador, parece fructífera, «bien calculada» y deja ver que algo se cocina entre ellos; hay quien sostiene que Alfredo del Mazo está encargado, con su pésimo gobierno, de sepultar al PRI y que prepara la entrega del Edomex a Morena; los más neutros aseguran que al grupo Atlacomulco lo que le interesa es seguir gobernando en el Edomex aunque tenga que ser con las siglas de otro partido, incluido el partido del presidente.
La imagen que quiere aparentar Del Mazo en televisión y con campañas ad hoc, no serán votos a su favor; él ya está a medio río de su administración y si no se apura a nadar será ahogado y junto con él estará en riesgo su grupo político, porque también es sabido en la política nacional que entre los priistas están formados varios gobernadores que les late su corazón por vivir en Palacio Nacional, uno de ellos es el gobernador oaxaqueño Alejandro Murat y alguien muy cercano a don Omar Fayad ¿A poco López Obrador va a cambiar las intenciones de su hijo o de otro morenista por una de estas dos opciones priistas?.
En política todo se vale, pero las consecuencias pueden ser fatales porque el pueblo que siempre ha sido maltratado, -como sucede hoy en el estado de México donde 300 mil mexiquenses pueden padecer hambruna o donde la inseguridad es alarmante cuando el delito por trata de personas y el narcomenudeo se duplicó, o con los feminicidios que subieron a un 7 por ciento, la extorsión a 69 por ciento, robo a negocio 32 por ciento, a casa habitación 12 por ciento y robo a transeúntes 14 por ciento-, ese pueblo que empieza a cobrar consciencia, por su situación de miseria y pobreza, ya no está dispuesto a soportar y a tener, por tiempo indefinido, a malos gobernantes.
Los malos resultados y la pésima primer mitad de gestión de Alfredo del Mazo pueden hacer que él sea el último gobernante del Grupo Atlacumulco y están obligados a entender que López Obrador les puede jugar chueco y pueden perder todo en el 2023. Su salvación estará en escuchar y atender a la población y gobernar para ella; si lo hacen estarán gobernando y salvando su poca estirpe y dinastía política que les queda. ¿Alfredo de Mazo lo hará? Lo veremos muy pronto. Por el momento, querido lector, es todo.