Esténtor Político
Miguel Ángel Casique
Movimiento Antorchista Nacional
En su documento ‘Panorama Social de América Latina’, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó el jueves 4 de marzo, con datos y argumentos, que “la pandemia ha profundizado los problemas estructurales de desigualdad, informalidad y pobreza”.
El organismo no es el único que durante varios años ha estado poniendo de relieve las cifras sobre la profundización de estos lastres y en general sobre la crisis económica, política y social que vive el mundo, América Latina y, desde luego, México.
Han hecho llamados la ONU, el FMI, la OCDE, la Oxfam y el Coneval; pero siempre, tras dar a conocer las cifras alarmantes, todo se ha quedado en el conocimiento de la información en algunos sectores de la sociedad, de los medios de comunicación y en una parte muy pequeña de la población.
Sin embargo, todos los organismos, y en estos días la Cepal, no hacen un llamado (claro que no están obligados a hacerlo, aunque sí podrían, si lo quisieran) a la acción social, a los pueblos, para cambiar la situación nacional e internacional.
Por el contrario, la sociedad dañada y muy afectada, por la crisis sanitaria debido a la pandemia del COVID-19, se ve desmovilizada y cada más ajena en la toma de decisiones políticas de los gobiernos; pudiera decirse que ante el terror, el miedo y la necesidad inmediata de sobrevivencia, al buscar empleo y alguna forma de acercar comida a su familia, ha llevado al individuo a asilarse, teniendo así menos posibilidades de actuar en el terreno político o social para conquistar mejores condiciones de vida para sus familias.
Claro está que esa desmovilización e inacción social beneficia, sin proponérselo, a los grandes grupos de poder que controlan la economía, la política y la ideología de la población.
A quienes también beneficia y conviene que el pueblo está inactivo socialmente y que sólo se limite a recibir ‘apoyos de transferencia monetaria’, es a los gobernantes en todos los niveles; ellos saben que la población despolitizada, poco enterada y mal educada, jamás podrá participar políticamente y ejercer una verdadera democracia para llevar a puestos de gobierno a verdaderos políticos que trabajen y cambien las situaciones de crisis y que la profundización de los males sociales se detenga y luego desaparezcan.
Hoy la Cepal vuelve a lanzar un grito de alerta; lo que presenta en su documento de 36 páginas está fundado y argumentado.
Por ejemplo, señala que la pandemia “profundizó desigualdades estructurales con altos niveles de informalidad, desprotección social y baja productividad; dejando al descubierto nudos críticos en salud, educación y cuidados”.
Además, señala que “se requieren políticas públicas para enfrentar la pandemia y para conectar la emergencia con una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad» y asegura que “urge avanzar hacia un Estado de bienestar con sistemas de protección social universales, integrales y sostenibles, con base en un nuevo pacto social”; bonitos cantos, pero sin concretar cómo se pueden realizar.
En lo que llama ‘6 mensajes’, el trabajo señala que hubo una “caída del PIB de 7.7%; cierre de 2.7 millones de empresas, aumento de la desocupación con agudas brechas laborales de género; que América Latina registró el 27.8% de muertes por COVID-19 del total mundial; que los gobiernos anunciaron 263 medidas de protección social para enfrentar la crisis, cubriendo cerca del 50% de la población” (ojo aquí, no se alcanzó a cubrir ni el 50%) y señala que “en 2021 será necesario mantener las transferencias monetarias de emergencia para cubrir necesidades básicas y apoyar la recuperación”.
¿Será esta última sugerencia la medida más adecuada y de atención verdadera a la problemática?
En otro de sus apartados referido como ‘Nudos críticos en tiempos de pandemia’ , destaca que “América Latina y el Caribe es la región en desarrollo más afectada por la pandemia”, que los “factores de riesgo son densidad poblacional, hacinamiento, falta de acceso a servicios básicos”, que hay “cierre de las escuelas y desigualdades en la educación en línea” y una “sobrecarga de trabajo de cuidado no remunerado para las mujeres”.
América Latina es la región más urbanizada del mundo y tiene una población de 654 millones de seres humanos que representa el 8.4% del total de la población mundial; en esta región hay ya 15.6 millones de contagios y 507 mil muertos, además de que el proceso de vacunación es muy lento y desigual, por lo que se alerta que durante 2021 no se alcanzará la ‘inmunidad de rebaño’ y los pronósticos son reservados pero muy alarmantes para todos los países y especialmente para México.
Algunos de los datos que proporciona la el documento son: Hacinamiento del 55% de los hogares urbanos en pobreza, 167 millones de estudiantes son afectados por el cierre de centros educativos, entre 2014 y 2019 aumentó el 41.8% de la población en su pobreza y pobreza extrema, equivalente a 257 millones de personas, la incidencia de pobreza en la zona rural es de 45.7% y en pueblos indígenas de 46.7%, un tercio de los hogares con niños, niñas y adolescentes no tienen prestaciones sociales, al menos 30% de mujeres pobres no participan en mercado laboral, la desigualdad se profundiza en términos de empleos ingresos laborales pues 8 de cada 10 latinoamericanos (8 de cada 10 mexicanos) son vulnerables.
El documento proporciona varios elementos para más análisis.
Por ejemplo, se dice que se implementaron 263 medidas de protección social (pero el 56% de ellas fueron medidas de transferencias monetarias) y con eso no se cubre ni el 50% de la población; se anunció un gasto de 86 mil millones de dólares, que equivalen a 1.25% del PIB de América Latina y este dato es como si dijéramos que de cada 10 pesos sólo se invierte para la problemática 1 peso con 25 centavos, recurso totalmente insuficiente para toda la abrumadora crisis latinoamericana.
Como es de esperarse la Cepal también alerta de que las transferencias monetarias no han sido suficientes para cubrir las necesidades básicas pues ayudan un poco pero no contienen el rápido galope de la pobreza.
Aunque el documento asegura que la vacunación es clave para recuperación y se requieren acciones colectivas para su acceso universal, lo cierto es que la mayoría de los países de América Latina se muestra preocupada porque no hay vacunas y el proceso es muy lento; por eso la Cepal remarca que la soñada ‘inmunidad de rebaño’ no se dará en este 2021, además de que el acaparamiento internacional de las vacunas afecta y genera desigualdades entre los naciones.
En su apartado último ‘Hacia nuevos pactos sociales para la igualdad y sustentabilidad en tiempos de pandemia’ señala que el malestar social exige dejar atrás la cultura del privilegio y que también es “un factor de transformación y de progreso social”, el papel de la política pública y el Estado es clave y asegura que “para salir de la crisis es necesario construir un Estado de bienestar”.
La Cepal y los organismos internacionales cumplen con el papel de alertar y de poner en la mesa datos, información y hacer sugerencias que reflejan con más exactitud lo que los pueblos de los países latinoamericanos y del mundo sufren, lo que las familias padecen y ven diariamente al no tener qué comer porque no tienen empleo al perderlo durante la pandemia, al no contar con medicinas en hospitales y soñar con que algún día les llegue la vacuna; también refleja que el Estado y los gobernantes no están haciendo lo suficiente para atacar en serio la pandemia y para ayudar a la población a sortear los males como la pobreza, miseria, desempleo, hambruna, falta de medicamento y obra social.
Por otro lado, los organismos no reparan en la participación social activa y por ningún lado se ve que señalen que la pandemia inmoviliza a la inmensa mayoría de la población y la va convirtiendo, se quiera o no, en ‘masa inerte’ que se conforme con el pésimo actuar de sus autoridades.
Ningún organismo alerta sobre la posible reacción social de los pueblos si las cosas continúan así y del surgimiento de un conflicto social mayúsculo, sobre todo en países como México donde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador resultó peor que el de las últimas dos décadas.
Nadie, ni organismo nacional o internacional y mucho menos los gobiernos, deben olvidar que los cambios verdaderos y de fondo los hacen los pueblos que despiertan, se concientizan, se educan, se organizan y, llegado el momento, toman el poder en sus manos.
Tarde o temprano esto llegará y la respuesta la tendrán en sus manos. Por el momento, querido lector, es todo.