Con el fin de reconstruir la aguja caída de la Catedral de Notre Dame, fueron talados cuatro robles franceses ,que se irguieron durante 200 años en lo que fuera un bosque real de destino sagrado.
La aguja de 93 metros de altura, de madera revestida de plomo, se convirtió en el símbolo más potente luego del incendio de abril de 2019 cuando se le vio, envuelta en llamas, caer en medio del fuego.
Una promesa poco probable de cumplir
El presidente Emmanuel Macron en julio puso fin a las conjeturas de que la estructura del siglo XIX diseñada por Eugène Viollet-le-Duc sería reconstruida en un estilo moderno.
Anunció que la aguja reconstruida sería idéntica a la anterior.
Así se inició una búsqueda nacional de árboles, la que culminó con una cuidadosa selección en enero y febrero de este año.
Se escogieron unos mil robles en más de 200 bosques, públicos y privados, para reconstruir el crucero y la aguja de la catedral, a fin de que adorne el paisaje parisino durante cientos de años.
“Nos complace que todo el sector —desde guardabosques hasta aserradores— se ha movilizado para enfrentar el reto”, explicó Moichel Druilhe, presidente de France Bois Foret, una organización de guardabosques.
Las dimensiones requeridas para los maderos de Notre Dame son muy precisas: los troncos deben medir más de un metro de ancho y 18 metros de largo.
Ocho de los árboles, destinados a la parte más monumental de la aguja, provienen de la Foresta de Berce, que antes perteneció a los reyes de Francia.
“Acabamos de medir uno, responde a los criterios de longitud y diámetro. Solo queda convertirlo en la viga para Notre Dame”, apuntó el técnico forestal Anthony Jeanneau a AP mientras los árboles caían ruidosamente a su alrededor.
El otro requisito es la paciencia. Los troncos deben secarse durante 18 meses.
Ese solo hecho revela por qué se considera que la promesa de Macron de reconstruir la catedral en cinco años —para 2024— es poco realista.