Existen varios tipos de discriminación que no son tan comunes, entre ellas, se encuentra el especismo, la cual hace referencia a la especie animal.
La discriminación no es un concepto nuevo ni extraordinario, cualquier acto en el que se observe que una persona hace menos a otra por su color de piel, preferencia sexual o género es relacionado directamente con un acto discriminatorio.
La mayoría de los seres humanos ni siquiera cuestiona su especismo porque es demasiado habitual, sin embargo, si se le pregunta a un ser humanos si está mal comer perros y gatos seguramente responderá que sí, mientras que si le cuestionas lo mismo pero con vacas y cerdos, dirá que no.
En este sentido, el ser es la especie que impone su voluntad encima de las otras a las que les frustran la vida para explotarlas y satisfacer sus “necesidades” de alimento, vestimenta, entretenimiento o compañía (en el caso de las mascotas), siendo que es completamente innecesario.
De acuerdo al Foro Económico Mundial de 2019, la agricultura es responsable del 10-12% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y las granjas de carne, aves y lácteos producen casi tres partes de eso.
En cuanto a las pieles, de acuerdo con la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA), la industria peletera se cobra anualmente la vida de 20 millones de animales salvajes cazados en trampas y de 40 millones de animales criados en granjas.
Para entretenimiento, hablando solo de la tauromaquia las cifras son igual de alarmantes, los datos de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA), reflejan que hay al menos 855 eventos anuales en los que se sacrifica la vida de mínimo 6 toros.
¿Qué argumentos respaldan al especismo?
El colocar al ser humanos como punta de la cadena alimenticia da pie al concepto de especismo, ya que parece que se borra por completo la idea de que todos somos seres vivos sintientes, con intereses diferentes pero a la vez comunes, como vivir y permanecer en el planeta tierra que compartimos sin que se nos perturbe la paz.
Nada justifica que la explotación animal continúe, nadie se va a aburrir si de pronto dejan de existir los zoológicos, se puede aprender más sobre especies ahora en internet o en libros.
Tampoco habría muertes por hipotermia si no hay abrigos de piel cuando contamos con alternativas de tela menos dañinas y definitivamente no aparecería alguien con cuadros de desnutrición por llevar una dieta basada en plantas bien planeada.
Para este último caso, incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que la carne roja es tan peligrosa como el tabaco, debido a que ambos resultan cancerígenos si los consumes con regularidad.
Si no vestirías con pieles de gato, no vistas con las de zorro.
Si no torturarías a tu hámster, no pagues para que lo hagan con un cerdo.
Si no te comerías a tu perro, no te comas a una vaca.
¿Por qué amar a unos y torturar a otros?