La destrucción de su hábitat y la aparición de enfermedades emergentes han disminuido de manera drástica la población mundial de anfibios –de la que México alberga 360 especies– alertaron José Antonio Ocampo Cervantes y Erika Servín Zamora, responsable y encargada del programa sanitario de la Unidad de Manejo Ambiental (UMA) del Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Las comunidades de ranita dorada –que habita en Panamá– chicken frog –asentada en América Central– y venenosa o dardo –que mora en Sudamérica– han registrado merma severa, mientras que la Moctezuma –nativa del Valle de México– “prácticamente no se ha visto más” derivado de los cambios en el uso de suelo y la introducción de ejemplares exóticos que ponen en peligro su existencia.
En el país “pareciera no pasar nada”, pero aun cuando falta investigación y son pocos los estudios sobre las condiciones de vida de estos animales, que por su cantidad lo ubican en el cuarto lugar global, es sabido que a las secuelas por el daño medioambiental en los sitios donde residen se suman los ataques de quitridiomicosis y ranavirus, males provocados por un hongo y un virus, en cada caso, que casi los han extinguido en ciertas áreas.
¿Cuál es el papel de los anfibios?
Los anfibios juegan un papel ecológico significativo porque indican la salud del ecosistema natural, por lo que la afectación de las poblaciones revela “que el medio ambiente está alterado”, a lo que se añaden la fragmentación del hábitat y la falta de alimento, sobre todo por la introducción de fauna invasora que compite por la comida.
También influyen los niveles de contaminación y el cambio climático, ya que las modificaciones bruscas de temperatura hacen que esa clase de vertebrados sea más susceptible a ciertos males o que no pueda adaptarse a las nuevas condiciones atmosféricas, ante lo cual es indispensable una mayor conciencia sobre la relevancia de su conservación, en virtud de las funciones notables que brindan al controlar en la cadena alimenticia a los insectos que en muchas ocasiones son vectores de infinidad de afecciones, por lo que son necesarios incluso para la salud humana.