Una serie de fuertes sismos que sacudieron el oeste de Japón han causado la muerte de más de 60 personas, además de dañar miles de edificios, vehículos y embarcaciones, y las autoridades advirtieron que era posible que se produjeran más terremotos de gran magnitud.
Las réplicas continuaban sacudiendo la prefectura de Ishikawa y zonas cercanas un día después de que un temblor de magnitud 7.6 sacudiera la zona.
Los daños fueron tan grandes que no pudieron evaluarse inmediatamente. Los medios de comunicación japoneses informaron que decenas de miles de viviendas habían quedado destruidas.
Los servicios de agua, electricidad y telefonía celular seguían inoperantes en algunas áreas. Los residentes expresaron tristeza por sus viviendas destruidas y el futuro incierto.
“No es sólo que sea un desastre. El muro se ha venido abajo, y es posible ver al cuarto contiguo. No creo que podamos seguir viviendo aquí”, dijo Miki Kobayashi, residente de Ishikawa, mientras recorría su casa.
Su vivienda también resultó dañada en un terremoto de 2007, señaló.
Dos de las últimas muertes se produjeron en Suzu, donde el número de víctimas mortales aumentó a 22 personas, según funcionarios municipales. En la cercana ciudad de Wajima murieron 24 personas.
Aunque el número de víctimas siguió aumentando gradualmente, las rápidas advertencias públicas, retransmitidas por radio y teléfono, y la rápida respuesta del público en general y de las autoridades parecen haber limitado algunos de los daños.
La gente de Japón estaba preparada
Toshitaka Katada, profesor de la Universidad de Tokio especializado en catástrofes, dijo que la gente estaba preparada porque la zona había sufrido terremotos en los últimos años. Tenían planes de evacuación y suministros de emergencia almacenados.
“Probablemente no haya en el mundo gente tan preparada para los desastres como los japoneses”, declaró a The Associated Press.
Japón sufre terremotos con frecuencia debido a su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico.
Katada advirtió de que la situación sigue siendo precaria e impredecible. El terremoto y tsunami de marzo de 2011 en el noreste de Japón había sido precedido por otros sismos. “Esto está lejos de terminar”.
Las predicciones de los científicos han sido erróneas en repetidas ocasiones, como con el terremoto de 2016 en el suroeste de Kumamoto, una zona que antes se consideraba relativamente libre de sismos.
“Tener demasiada confianza en el poder de la ciencia es muy peligroso. Estamos tratando con la naturaleza”, dijo Katada.
Las imágenes de los medios de comunicación japoneses tomadas desde el aire mostraban daños generalizados en las zonas más afectadas, con aludes que sepultaron carreteras, barcos arrastrados por las aguas y un incendio que había convertido en cenizas toda una sección de la ciudad de Wajima.
El ejército japonés envió mil soldados a las zonas siniestradas para unirse a las labores de rescate, declaró el martes el primer ministro Fumio Kishida.
“Salvar vidas es nuestra prioridad y estamos librando una batalla contrarreloj”, dijo. “Es fundamental que las personas atrapadas en sus casas sean rescatadas inmediatamente”.
Un sismo con una magnitud preliminar de 5.6 sacudió la zona de Ishikawa mientras hablaba. Los temblores continuaron sacudiendo la zona, alcanzando más de 100 réplicas en el último día.
Los reguladores de la industria nuclear afirmaron que varias plantas nucleoeléctricas de la región funcionaban con normalidad. En 2011, un gran terremoto y un tsunami provocaron la fusión de tres reactores y la liberación de grandes cantidades de radiación en una central nuclear del noreste de Japón.
Con información de AP