Elizabeth Alexandra Mary Windsor, mejor conocida como la reina Isabel II de Inglaterra, murió este jueves 8 de septiembre a los 96 años. La monarca británica falleció en el castillo de Balmoral, su residencia de verano, situada en Escocia.
La salud de la reina, que hace tiempo experimentaba ‘problemas de movilidad’, empeoró desde que el martes recibió a Boris Johnson, quien le presentó su dimisión como primer ministro, y a su sucesora, Liz Truss, a quien encomendó la formación de un Gobierno.
Precisamente era la propia Truss la primera en dar la voz de alarma este jueves a través de su cuenta de Twitter.
“Todo el país estará profundamente preocupado por las noticias que llegan del palacio de Buckingham. Mis pensamientos están con su majestad la reina y su familia en estos momentos”, añadió.
Ya el miércoles la monarca había tenido que suspender la reunión de su Consejo Privado, uno de los encuentros regulares de la jefa de Estado con políticos y asesores de alto nivel.
El Palacio de Buckingham informó que la cita sería reprogramada, pero posteriormente los doctores que la atendían se mostraron preocupados por su estado de salud y recomendaron que quedara bajo supervisión médica.
Confirman deceso
La Familia Real confirmó el deceso de la reina Madre, quien hasta el último momento de su vida estuvo acompañada por el príncipe Carlos y sus tres hermanos, así como del príncipe Guillermo, en el castillo de Balmoral en Escocia.
“La Reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina Consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, se lee en la cuenta de Twitter @RoyalFamily.
Con esta lamentable le noticia, se pondrá en marcha la llamada ‘Operación London Bridge’ y, con ella, la denominada ‘Unicornio’, es decir, los preparativos milimétricamente orquestados y diseñados desde la década de 1960 para cuando llegara este día de luto nacional, y que indica la forma de trasladar el cadáver de la reina a la capital británica, donde se oficiará el funeral.