Mientras varios investigadores están tratando de patentar la vacuna contra el COVID-19, que ha cobrado la vida de más de 322 mil personas alrededor del mundo, otros se enfocan en descubrir cuándo, dónde y cómo inició esta pandemia.
De acuerdo con un artículo publicado en la revista Nature, encontrar la fuente del virus es sumamente importante, porque de esta manera se evitaría una reinfección en años posteriores. Sin embargo, conocer su origen no es una tarea fácil, pues a pesar de la tecnología con la que cuentan los científicos, es complicado encontrar una respuesta.
“Es muy posible que no lo encontremos. De hecho, sería excepcionalmente afortunado si aterrizamos en algo”, dijo Lucy van Dorp, genetista del University College London (UCL).
Actualmente, existe una fuerte evidencia de que el virus se originó en los murciélagos, pero aún no se explican cómo es que pasó de estos animales a las personas; a pesar de las teorías que han surgido, ninguna se ha validado como un hecho.
Al respecto, varios líderes mundiales han pedido que se realicen investigaciones sobre el origen del brote. Por ejemplo, la Unión Europea y docenas de naciones apoyan un proyecto presentado a la Asamblea Mundial de la Salud, que exige misiones de campo científicas y colaborativas para identificar la fuente zoonótica del virus y la ruta de introducción a la población humana.
Pero la única manera de decir con certeza de qué animal proviene el virus es encontrarlo en esa especie en la naturaleza, ya que otros enfoques solo darían evidencia anecdótica, asegura Arinjay Banerjee, investigador de coronavirus en la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario.
Por su parte, Li Xingguang, investigador de la evolución viral en la Universidad de Bioingeniería de Wuhan, asegura que la situación es muy compleja ahora, ya que el virus se ha extendido por millones de personas alrededor del mundo, incluso se ha transmitido hacia otros animales, lo cual vuelve una tarea difícil detectar el origen del contagio.
A finales de enero, los científicos del Instituto de Virología de Wuhan ya habían descubierto que un genoma proveniente de los murciélagos llamado RATG13, era 96% idéntico al SARS-CoV-2, por ello tomaron como referencia que el nuevo coronavirus provenía de estos animales.
Por lo anterior, el biólogo computacional Francois Balloux y su equipo en la UCL, incluido su colega Dorp, están buscando bases de datos genómicas de animales para encontrar cuáles coinciden más con el nuevo coronavirus.
“La divergencia es otra evidencia que sugiere que el SARS-CoV-2 podría haber pasado a las personas a través de una especie intermedia”, dice Dorp.
De hecho, los pangolines se encontraban entre los primeros animales sospechosos de ser el factor intermedio, ya que dos equipos en China informaron que habían encontrado similitudes entre el SARS-CoV-2 y los coronavirus aislados del tejido de pangolines de Malasia que habían sido confiscados.
Aaron Irving, investigador de enfermedades infecciosas en la Facultad de Medicina Duke-NUS en Singapur, planea colaborar con investigadores del Jardín Botánico Tropical Xishuangbanna de la Academia China de Ciencias (CAS) en Yunnan, para analizar muestras de tejido de mamíferos silvestres recolectados por programas de vigilancia, para detectar el tipo de coronavirus que podrían estar estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2.
Según plantean los investigadores a través del artículo, examinar el genoma del SARS-CoV-2 también podría revelar pistas sobre posibles huéspedes intermedios y con el tiempo, se podrían utilizar para predecir a qué animales se podría haber adaptado.