La pandemia del COVID-19 ha generado casi 12 millones de nuevos desempleados en América Latina y la cifra de personas en pobreza extrema pasó de 16 millones a 83 millones.
Así lo aseguró Enrique de la Garza Toledo, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien señaló que el mayor impacto en el sector laboral se ha dado en el comercio y la manufactura por el cierre de actividades y la contracción del ámbito informal.
Sostuvo que durante la contingencia se introdujeron dos elementos que tienen que ver con la tecnología: las labores en plataformas y en casa, que ya existían, pero sin duda se han extendido en este periodo, si se considera que, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2019 sólo ocho por ciento efectuaba en el hogar actividades tradicionales que no requerían de la informática.
“Sin embargo, la digitalización tiene sus puntos oscuros y en Estados Unidos hay una controversia –que en México aún no ha pasado–vinculada con las grandes gerencias y según la cual las funciones de oficina son más susceptibles de realizarse en casa, pero la discusión es si resulta conveniente que esto continúe o no una vez que pase la pandemia, ante lo cual las opiniones están divididas”.
Otra gran polémica es si aun en los países desarrollados la digitalización del empleo será un factor más de desigualdad, lo que se ha denominado “la brecha digital, porque no todos tienen las mismas capacidades, habilidades o equipos” y ya hay estudios estadounidenses que muestran discrepancias por raza, género, edad y clase social, además de que los segregados digitales son, sobre todo, afroamericanos, latinos, migrantes y mujeres.
El investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa consideró que el coronavirus encontró ya un terreno reconocido como teletrabajo y quehacer en plataformas que –ante su extensión– ha revelado la falta de regulación, entre otros problemas.
“Algunos comienzan a hablar de un aspecto más grave que va más allá de la cuestión laboral: la colonización del espacio privado de vida por las gerencias, el capital o las empresas, ya que la compañía se mete en tu vida y hogar, tratando de imponer reglas informales sobre cómo comportarse, sin establecer límites de jornada”.
Parte de los gastos recaen en el empleado: electricidad, Internet y uso del sitio laboral y aunque en algunos países han surgido iniciativas para ordenarlo –por ejemplo en Argentina– en México aún no hay algo al respecto.
“Esto también pasa en cuanto a plataformas, incluso en aquellas para repartir alimentos u ofrecer servicio de taxi, pues si bien es alta tecnología, quienes hacen los repartos podrían considerarse mano de obra poco calificada, mal pagada y sin derechos”.
El miembro Emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) explicó que existen dos perspectivas sobre el panorama futuro: la positiva, que plantea ir hacia empleados informáticos más calificados y menos controlados, y la que establece que en la mayoría de los casos no habrá automatización, digitalización ni forma de operar en casa a través de las redes.
Algunos trabajadores del sector formal han vuelto a sus funciones, pero otros permanecen con salarios reducidos, en nómina, pero sin remuneración y hay una diversidad de formas sobre cómo ha afectado la pandemia, a lo que se sumarán las generaciones que demandarán ocupación.
De acuerdo con el doctor De la Garza Toledo, las empresas encontrarán abundancia de mano de obra y –por simple oferta y demanda, y sin sindicatos proteccionistas– el panorama apunta a que las corporaciones pagarán menos que antes de la contingencia, ya que “la tentación de dar menos frente a una enorme masa que quiere trabajar y aprovechar la fuerza laboral barata jugará en contra de la automatización y la digitalización”.
También está a debate la ventaja de la productividad del trabajo en casa, por lo que habrá que discutir si llegó para quedarse o es una medida de emergencia ante la situación que se enfrenta.
“El futuro no está predeterminado, pues depende de los actores sociales y las instituciones, así que hablar de ello implica un espacio de posibilidades para las decisiones y las interacciones entre los sujetos”.