En Bolivia se aprobó un proyecto de ley que autoriza “la elaboración, comercialización, suministro y uso de la solución de dióxido de cloro para la prevención y tratamiento del Coronavirus”.
En esta lugar , y luego de la aprobación del gobierno,nace la creencia de que esta sustancia podría ayudar a combatir el virus.
El dióxido de cloro es una sustancia que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos dijo, puede poner en peligro la salud y no se debe comprar ni beber como tratamiento médico.
“Escuché en las noticias que vendían dióxido de cloro en la farmacia. Conocidos míos lo tomaron, uno para prevención y otro para curar. Les está haciendo bien”, dijo Eric Ocanha, fuera de una farmacia.
Otros dijeron que estaban confundidos sobre el consejo que les habían dado.
“Como siempre, las autoridades dicen: ‘Consulte a su médico’. ¿Qué médico? Los pobres no tienen médico”, afirmó Dionisio Flores.
Por su parte, el médico René Sahonero, asesor del Ministerio de Salud boliviano, dijo que el ministerio desaconsejaba fuertemente el uso de dióxido de cloro para combatir el COVID-19.
“Ya hemos elaborado una resolución que dice que esta sustancia no está aprobada, que no es apta para el consumo humano y que puede tener graves consecuencias”, y afirmó que se han reportado casos de intoxicación por dióxido de cloro.
A pesar de la advertencia del ministerio, el Senado aprobó dicha ley que aprueba el uso del dióxido de cloro para prevenir y tratar el COVID-19, la que debe pasar por la cámara baja y sobrevivir a un desafío de veto antes de que se convierta en ley.
México lo rechaza
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) no ha autorizado ningún registro sanitario de medicamentos que contenga en su formulación la sustancia denominada dióxido de cloro, clorito de sodio o sus derivados, por lo que su uso representa un riesgo a la salud.
Precisó que es el dióxido de cloro es un gas de color amarillo o amarillo-rojizo utilizado como blanqueador en la fabricación de papel y en el proceso de tratamiento de agua, y que al entrar en contacto con el agua reacciona para formar iones clorito.
“Ambas sustancias químicas son altamente reactivas y al ser ingeridas pueden provocar irritación de la boca, el esófago y el estómago, se pueden presentar náuseas, vómito y diarrea, además de trastornos cardiovasculares y renales”, explicó la dependencia federal.