México se ubica en el último escalón entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en cuanto a aumento de salarios y calidad de vida de los trabajadores y sus familias.
En 2015, el salario mínimo real se ubicó por debajo de países como Haití, y de acuerdo con reportes del organismo “somos el país con más horas trabajadas por semana, lo que habla de una enorme tasa de explotación que se potencia por un ingreso pulverizado”.
“Trabajamos como los más y ganamos como los menos en el mundo”, afirmó la maestra Rosa Albina Garavito Elías, investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
A la recuperación salarial en los años finales de Peña Nieto, le antecedió una brutal caída, desde los años de la presidencia de Vicente Fox hasta 2017 el ingreso se mantuvo estable, dijo en la conferencia Los cambios en el mundo del trabajo.
“El mundo del trabajo en México es precario y redunda en condiciones de vida deplorables, que se suman a un proceso de pauperización laboral que tiene que ver con el avance tecnológico que ha planteado una flexibilidad, que ahora por ser ejecutado en casa lleva los costos a cuenta del trabajador y de ello está exento el patrón”.
Una de las características del llamado periodo estabilizador mexicano fue que subía el salario y el trabajo era permanente, pero ahora eso ha cambiado, por el tipo de contrato donde entran en juego otras opciones laborales que terminaron con su carácter permanente.
En torno al desempleo, Garavito Elías indicó que a pesar de la pandemia México reporta una tasa de 5.4 %, aunque este indicador no refleja realmente lo que sucede, ya que el autoempleo es una forma de precarización.
Para poder brindar beneficios reales a la población, además de la reforma laboral, “debemos aplicar una política pública que incentive la inversión, el desarrollo científico y tecnológico, así como una de tipo fiscal para revertir la baja recaudación, que oscila en 16 % del Producto Interno Bruto, de lo que sería posible obtener recursos para el bienestar social y la inversión pública en infraestructura”, finalizó.