Lenia Batres asumió funciones como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y aprovechó para criticar a este organismo autónomo.
Tras recibir la toga, en su primer discurso como ministra acusó a la Corte de incurrir en excesos, de invadir funciones del Legislativo y de ponerse por encima de la Constitución, al tiempo que llamó al máximo tribunal del país a autolimitarse y someterse a las leyes nacionales.
Arropada por aplausos de familiares, amigos y funcionarios morenistas que abarrotaron la Corte, se presentó ante sus nuevos colegas como la ministra del pueblo.
“Quien crea que puede ridiculizarme por provenir de este pueblo mexicano, no sabe la fuerza y la grandeza que me está atribuyendo. Fuerza y grandeza que recibo con esa dignidad. Ministra del pueblo me han dicho y es un enorme halago, una misión grande que acepto con honor y con responsabilidad”, aseguró.
Afirmó que su llegada a la Corte es la llegada de personas “tangibles, terrenales, con problemas comunes”, de visiones distintas a las predominantes del constitucionalismo mexicano, la llegada de personas críticas del Poder Judicial.
Batres, primera persona que llega a la Corte designada directamente por el Ejecutivo, criticó a este Tribunal por anular leyes por vicios de forma, en un tono de reproche que ni el ministro, ni las tres ministras nominados en este sexenio se hubiera atrevido a utilizar.
“Esta Corte se ha extralimitado, el carácter inimpugnable de sus decisiones la ha llevado a confundir jerarquía de la Constitución con jerarquía de la instancia. Podrían decirse que la Suprema Corte sí es el órgano supremo en el país porque puede anular leyes por mayoría calificada, pero se equivocan, porque si actuara como verdadero tribunal Constitucional, no prevalecería la Suprema Corte, sino la Constitución”, agregó Lelia Batres.
La ministra, de 54 años, graduada de la Universidad Humanitas y con un doctorado en la UNAM, criticó a la Corte por ir contra texto expreso de la ley al suspender normas impugnadas en acciones de inconstitucionalidad; por revivir leyes derogadas por el Congreso al invalidar las nuevas; y por crear una instancia adicional, ante los tribunales colegiados, para los incidentes de inejecución de amparos.
“Hans Kelsen calificó a los tribunales constitucionales como legisladores negativos, pero la Suprema Corte ha asumido una función de legislador positivo, pues define normas que prevalecerán después de una declaración de inconstitucionalidad, invadiendo la esfera del Poder Legislativo”, acusó.
Reclamó también que la Corte se enfoca en resolver litigios con implicaciones políticas, en vez de centrarse en impedir que los juicios penales se caigan por formalismos, como el llenado erróneo de un informe policial.
“En este tipo de problemas es donde se esperaría un fuerte activismo judicial de una Corte sensible al principal problema del país que desde hace un cuarto de siglo nos aqueja”, dijo en alusión a la inseguridad.
También reprobó que no se acate el mandato del artículo 127 de la Constitución de no ganar un salario mayor que el del Presidente de la República, reforma que data de 2010, aunque sin mencionar que el actual Ejecutivo fue quien redujo sus ingresos a la mitad de los sexenios previos, o la regla del 17 de la Carta Magna, de privilegiar la resolución de fondo de los asuntos por encima de formalismos.
“La Corte no puede seguir tomando decisiones anticonstitucionales amparada en que sus decisiones son inatacables, es cierto que los juicios deben tener una instancia de cierre, pero eso no quiere decir que los acuerdos generales o las jurisprudencias puedan estar por encima de la Constitución o de las leyes mexicanas, por eso me he atrevido a hablar de excesos. En una reflexión seria y mesurada, la Suprema Corte tendría que concluir que debe autolimitarse y someterse a la auténtica jerarquía normativa de nuestro país», acotó.
Lenia Batres fue ovacionada en varias ocasiones, y de pie al final de su discurso, por un salón de plenos lleno de invitados de la 4T.
Con información de Reforma