El aumento de la violencia en la última década en México disparó la demanda de blindajes arquitectónicos y chalecos antibalas.
Lo anterior se duplico especialmente en tiempos de pandemia y elecciones, señaló René Fausto Rivera, presidente del Consejo Nacional de la Industria Balística.
«Ha habido un incremento de la delincuencia y lo único que hacemos es ofrecer soluciones para que los clientes puedan estar seguros y preservar su integridad y bienes», dijo a EFE.
A pesar de los meses de confinamiento, el país registró 34 mil 600 homicidios en el 2020, una cifra muy similar al récord del 2019, cuando hubo 34 mil 700.
También hubo más de 800 secuestros y 604,000 casos de robo, ya sea en domicilios, de vehículos o a transeúntes.
A raíz de esto, la demanda de blindaje arquitectónico aumentó ‘en todos lados’, ya sea en joyerías, instalaciones estratégicas, grandes empresas o incluso domicilios, dijo.
“Ante el incremento de la inseguridad, la gente busca hacer cuartos de pánico, que la puerta del acceso a la calle sea blindada para dar protección”, añadió.
Según sus cálculos, la industria de la seguridad, que incluye blindajes, guardias privados y sistemas de videovigilancia representa ya cerca del 2% del Producto Bruto Interno (PBI) mexicano.
Durante los meses de cierre por la pandemia, entre abril y junio del año pasado, muchos negocios de productos de lujo incrementaron su apuesta por la seguridad, pero donde más se notó fue en los domicilios.
“Curiosamente hubo más demanda en casa habitación que de empresas. Hubo un fenómeno muy raro porque la gente estaba más dentro de casa”, contó.
Si bien hace una década un 90% de la demanda de chalecos antibalas era para policías y el resto para civiles, actualmente lo segundos representan ya el 30%.
Por ello, los chalecos han ido evolucionando de modo que son cada vez más ergonómicos y menos pesados, de unos tres kilos.
Los chalecos para civiles se diseñan sin que parezca que son blindados pues ‘el atacante lo primero que va a buscar es disparar donde no haya protección’.
Estas prendas, que cuestan alrededor de US$ 400, tienen varias capas donde se enreda una bala de una Magnum 44 de tal manera que se siente “un muy fuerte golpe” pero no se perfora.
Los chalecos antibalas discretos son comunes entre funcionarios y políticos, especialmente en el actual período de campaña por las elecciones intermedias del próximo 6 de junio.
“Buscan siempre protección escondida o simulada. Sí hay ahora muchos políticos que los utilizan, en especial en estas fechas”, comentó.