Padre keniano, madre mexicana y criada en Londres. México saborea con la judoca Prisca Awiti Alcaraz las mieles de la globalización. Con su medalla de plata en los -63 kilos, ha marcado la historia de su país de adopción sin estar predestinada a ello.
Prisca, que abre una página histórica en el deporte y en el judo en México, había comenzado la final de manera esperanzadora, con un waza-ari nada más iniciarse la final, lo que obligó a su rival a pasar el ataque, buscando quebrar las esperanzas de la mexicana.
No tardó en lograrlo, pues a los dos minutos Leski sorprendió a Prisca marcando un ippon definitivo. Poca historia en el combate, pero mucha y muy importante para ambas judokas.
Nunca antes el judo mexicano había llegado tan alto. Ni siquiera con la legendaria Vanessa Zambotti, que en los +78 participó en cuatro Juegos seguidos sin nunca llegar entre los ocho mejores (Atenas-2004, Pekín-2008, Londres-2012 y Río-2016).
Desde el tatami del Campo de Marte, a muy poca distancia de la Torre Eiffel, la judoca nacida en Londres es consciente de que llegó hasta allí por las decisiones -para nada obvias- que tomó.
¿Cómo llegó Prisca Awiti a México?
Nacida en Londres en 1996, Awiti Alcaraz no tuvo una relación de amor a primera vista con México. Ella misma lo contó en 2020.
“Mi categoría de peso era muy competida en el Reino Unido, estaba muy estresada, cerca de abandonar. Entonces mi entrenador me preguntó que si podría lograr el pasaporte mexicano”, señaló.
La londinense llamó entonces a la Federación Mexicana de Judo e hizo los trámites en tres meses. La adaptación no fue un camino de rosas. “Mi español no era demasiado bueno y tuve la barrera de la lengua, era muy frustrante, sobre todo con mi entrenador”, sostuvo.
Desde 2017, cuando contaba con 21 años, comenzó a portar los colores mexicanos, país en el ha pasado largas estancias.
Tampoco el judo fue un flechazo. El hermano de Awiti Alcaraz, Philip, lo practicaba, pero ella estaba más entusiasmada en la gimnasia, en la que llegó a competir con la selección sub-12 del Reino Unido.
“Mi hermano mayor, quien fue un judoca de alto rendimiento que ganó medallas en Grand Slam y compitió en Mundiales, fue una inspiración muy grande. Crecí viéndolo como mi ídolo y quería lograr lo que él o incluso más”, contó, en unas recientes declaraciones al Gobierno mexicano.
Hacer una llave al machismo en México
Antes de su éxito en el tatami parisino, la méxico-británica había debutado en unos Juegos en Tokio en un lugar 17, tras perder ante la mongola Gankhaich Bold. Su currículum ya estaba adornado por otros buenos resultados con su país adoptivo.
Ganó el Abierto de los panamericanos en Santiago (2019); dos oros en los panamericanos en Santo Domingo y Lima (2022); y otro metal dorado en el Open de Lima (2023). Terminó quinta en el ránking mundial de 2023 (actualmente es décimo-octava).
Su maniobra preferida es la llave de proyección Seoi-Otoshi y actualmente está entrenada por Jorge Luis Atencio Ramírez, tras haber estado bajo las órdenes de la cubana la medallista olímpica cubana Daima Beltrán (plata en Sídney-2000 y en Atenas-2004 en los +78 kilos).
Pero el logro de Awiti Alcaraz va más allá de los tatamis. Quiere mostrar el camino para otras mujeres mexicanas.
“Podemos ser guerreras, fuertes. México es, tradicionalmente, un país en el que las mujeres se quedan en casa. Amigos de mis padres tienen aún esa cultura, pero ahora vemos cómo algunos hombres cocinan y comparten responsabilidades. La cultura, poco a poco, va siendo más igualitaria”, contó a la Federación Internacional de Judo.
Con información de EFE