Es indispensable fortalecer la investigación académica y promover políticas públicas más efectivas para garantizar el derecho a la reinserción social de las mujeres que salen de prisión y enfrentan graves condiciones de desigualdad y discriminación, explicó el secretario general del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Mauricio Padrón Innamorato.
Durante los trabajos del Foro derecho al porvenir, mujeres excarceladas del sistema penitenciario, el funcionario universitario indicó que, como parte de la lucha por la reivindicación de los derechos y la igualdad de género, es necesario poner en el centro de la discusión este tema.
Subrayó que al integrarse a la sociedad padecen situaciones de inequidad y pobreza más complejas y difíciles, además de que dedican tres veces más tiempo al trabajo de cuidado no remunerado, en comparación con los hombres. Asimismo, las tasas de participación laboral son menores para ellas.
Durante su estancia en prisión les es más difícil mantener sus redes de apoyo familiar y social, pierden el vínculo con el exterior porque no hay nadie que mantenga esa relación; en cambio, cuando los hombres están recluidos son ellas quienes sostienen esos lazos para ellos, manifestó.
En su oportunidad, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, Nashieli Ramírez, refirió que cuando se habla de derecho al porvenir también se debe pensar en el correspondiente a la reinserción, el cual se tiene que visualizar desde que están recluidas hasta que salen, bajo la lógica de las garantías fundamentales.
Hay que tener en cuenta, remarcó, que varias purgan penas por delitos que no requerirían exactamente el encarcelamiento, sino penas alternativas de trabajo comunitario que les permitiera continuar con su papel en la vida familiar y comunitaria.
Al cierre de 2022 había más de 226 mil personas privadas de la libertad en centros penitenciarios federales y estatales, de las cuales 12 mil 153, es decir, 5.6% eran mujeres, informó.
En ese año, prosiguió, cerca de la mitad de las privadas de su libertad no contaban con sentencia; 30% tuvo que esperar dos años o más para recibirla. En el caso de los hombres las proporciones descendían al 30% y al 27%, respectivamente. Esto muestra que ellas se enfrentan con mayor frecuencia a instituciones anquilosadas que perpetúan sistemas de discriminación y violencia en su contra.
Al hacer uso de la palabra, la secretaria de Proyectos Estratégicos del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM e integrante del Proyecto Mujeres en Espiral, Patricia Piñones, sostuvo que es fundamental identificar y dialogar sobre fallas, contradicciones y retos del sistema de justicia penal en la materia, tarea colectiva entre academia, organizaciones civiles e instituciones gubernamentales.
“El uso y el agente de la voz de las mujeres dentro y fuera de la prisión se ha convertido en la principal herramienta de trabajo crítica, política y pedagógica para visibilizar sus diferentes problemáticas, a través de la escritura, lectura colectiva, performatividad corporal, toma de muros y relatos documentales”, comentó.