Esténtor Político
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sido considerada, desde hace muchos años, la mejor institución de educación superior del país y de América Latina; y este año se le ubicó en la posición 93 entre las 100 mejores universidades del planeta, según el Ranking QS 2024, en cuya evaluación fue incluido también el Tecnológico de Monterrey, pero en el lugar 184.
El próximo 22 de septiembre, la UNAM cumplirá 113 años; fue creada con el nombre de Universidad Nacional de México (UAN) en 1910, mediante un decreto del expresidente Porfirio Díaz; su autonomía se logró 1929 con la autorización del entonces presidente Emilio Portes Gil.
Desde entonces, la máxima casa de estudios se ha destacado por la excelencia académica de sus egresados en casi todas las disciplinas científicas, tecnológicas y artísticas, ya que ahora prepara a jóvenes en 127 carreras profesionales, a diferencia de las 71 que impartía hace un siglo.
En la Ciudad Universitaria hay algunas muestras de esta creatividad, como es el caso de la Biblioteca Central que, en 2007, fue declarada Patrimonio Universal de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Pero las mayores aportaciones de la UNAM se hallan en resultados como los siguientes: entre los años 2000 y 2018, el número promedio de sus egresados con licenciatura fue de 17 mil 399; en 1924 tenía nueve mil 622 alumnos de bachillerato y licenciatura; en el ciclo escolar 2018-2019 llegó a 356 mil 530; y de una matrícula de 255 mil 226 estudiantes en el año 2000, avanzó a los más de 350 mil en la actualidad, un incremento de casi 40%.
Estas aportaciones son consecuencia directa, sin lugar a duda, del funcionamiento autónomo de la UNAM; es decir, de las prácticas de autogobierno de sus directores internos, sus maestros y estudiantes, ajenas a los intereses políticos y económicos del Gobierno Federal, de los partidos y los empresarios.
Sin embargo, ante la elecciones en la Rectoría, hoy la UNAM enfrenta la intromisión política tanto del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como de su partido, Morena, que pretenden hacer a un lado a la Junta de Gobierno de la UNAM y erigirse como los electores del sustituto del doctor Enrique Graue.
Una intromisión política que se inició hace varios años con acusaciones infundadas del mismo AMLO contra el doctor Graue y la UNAM; y que hace algunas semanas se concretó en la propuesta de un diputado morenista para que la elección del próximo rector sea por votación directa de los universitarios y no como se hace ahora, a través de la Junta de Gobierno.
La autonomía de la máxima casa de estudios, la libertad de cátedra y la libertad de expresión están en riesgo si AMLO y su partido logran violentar la ley, entrometerse, manipular a los estudiantes y convertirla en una de las ‘universidades del bienestar’, cuyo nivel educativo es muy malo, según el testimonio de sus propios alumnos.
El analista y académico de la UNAM Alejandro Envila Fischer sostiene que la autonomía de la UNAM está bajo intenso asedio, que se ha expresado en los frecuentes ataques y calumnias provenientes de Palacio Nacional y Morena contra el rector Enrique Graue.
El proceso de auscultación de la Junta de Gobierno inició el 21 de agosto, cuando se publicó la convocatoria oficial a toda la comunidad universitaria para proponer a los aspirantes y elegir a un nuevo rector de la UNAM que, en las últimas cinco décadas, no había padecido un acoso gubernamental tan intenso como el que hoy la agobia.
El presidente, Morena y la mal llamada Cuarta Transformación pretenden aplicarle a la UNAM ‘la misma vara’ con que antes han golpeado al Instituto Nacional Electoral (INE), al Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y a otros organismos autónomos.
La idea presidencial representa una intromisión incluida en la iniciativa de reforma constitucional al inicio del sexenio, que intentó eliminar la autonomía a todas las universidades públicas del país; y otra de dos legisladores morenistas que pretenden modificar la Ley Orgánica de la UNAM, la cual promueve que la elección del rector sea abierta, ‘voto por voto, casilla por casilla’ (sic)… algo inusitado, como si aquél fuera el candidato de un partido político.
Esta pretensión, impulsada y alentada desde Palacio Nacional, debe ser bloqueada por los mexicanos, porque 70% de la matrícula escolar en la UNAM está formada por jóvenes que provienen de familias pobres y de las clases medias, y porque si se concreta, pasaría lo que ocurrió al Seguro Popular: ahora hay más de 50 millones de mexicanos sin acceso a los servicios de salud públicos, y en todos ellos faltan medicamentos. Por el momento, querido lector, es todo.