Realizar un diagnóstico en el que participen autoridades de gobierno, directivos de equipos y academia; evitar los mensajes en medios de comunicación que pudieran generar confrontaciones entre aficionados; y reconocer que las conductas agresivas no necesariamente se aprenden en los estadios, son parte de los planteamientos de estudiosos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón quienes, analizaron el tema de la violencia en los recintos de futbol.
Al participar en la mesa de diálogo ‘Reflexión, diagnóstico y soluciones al problema de la violencia en los estadios’, Jonatan Peña manifestó que en el ámbito periodístico debería evitarse ‘los piques mediáticos’ entre equipos antagónicos para no incitar a la disputa.
Hay algunas notas; fotos; declaraciones en las que claramente se acentúan estas provocaciones. Como es el caso de ‘hacer valer los colores’, no sólo referido a la rivalidad deportiva, sino que se traslada al enfrentamiento físico, dijo.
“He atestiguado en mi vida profesional conatos de bronca, riñas y agresiones; y aunque no es un fenómeno que sólo ocurra en México, a nivel global nos hacen ver como una sociedad que no sabe comportarse”, comentó el periodista quien colabora en medios de comunicación escritos y radiales.
Para el experto, en nuestro país las barras deben ser resguardadas. La seguridad privada no tiene el conocimiento ni la capacidad para actuar en una situación como la suscitada recientemente, por lo que debe tomarse en serio, bajo un diagnóstico y medidas integrales.
Hincha desde casa
En tanto, el coordinador de Actividades Deportivas y Recreativas también de la FES Aragón, Carlos Cruz, afirmó que las conductas violentas en los estadios no son adquiridas ni imitadas solo en estos inmuebles, son generadas y urdidas en casa.
Al respecto, puntualizó: el fanatismo inicia desde la manera en que se mira a la competencia deportiva, con familiares, vecinos, grupos de amigos y va más allá, se comparte con otras capas sociales.
“Las ganancias económicas, por ejemplo, influyen en esta situación, pues hay grupos que requieren que el impacto del deporte sea contundente, crean equipos y figuras que en sus comportamientos propician la violencia; en el caso del balompié lo hemos visto en sus celebraciones, incluso a nivel internacional: ‘te gané; te sometí; te aplasté’”, aseveró.
Este tipo de formas son simbólicas porque el aficionado que pierde tiende a la frustración, y quien gana transita a la euforia; ambas situaciones conducen a la violencia, destacó el también docente y deportista.
No hay que pasar por alto, agregó, que a partir de la Edad Media la justa deportiva tenía una connotación práctica de enfrentamiento y agresión.
“El futbol soccer, en sus inicios en Inglaterra, no era un juego limpio; era característico y asumido convencionalmente como enfrentamiento físico”, acotó.
Trabajo conjunto para erradicar la violencia
Al hacer uso de la palabra, el académico e investigador de la FES Aragón, Hugo Luis Sánchez Gudiño, subrayó que en México se necesita realizar un diagnóstico integral, que incluya a directivos; autoridades de distintos órdenes de gobierno, asesorados por académicos; para proponer soluciones a corto y largo plazos, de un problema que se presenta desde hace décadas: la violencia en estadios de futbol.
El también miembro del Sistema Nacional de Investigadores manifestó que trabaja en una hipótesis en la cual trata de acreditar que las llamadas barras o grupos de animación presuntamente han sido permeados por algunas organizaciones delictivas.
“Hay ciertos signos que lo denotan en los últimos años. Entre otros, las mantas en las tribunas para lanzar amenazas a jugadores o entrenadores; los gritos homofóbicos, y los cánticos violentos; sexistas con similitudes a los narcocorridos; mensajes en hieleras; incluso comunicaciones de redes sociales digitales entre futbolistas y cuentas asociadas a cárteles u organizaciones delictivas”, indicó.
Tampoco hay que olvidar que el futbol es, ante todo, un negocio; se trata de un ejercicio multimillonario y que las barras son inherentes a esto.