Esténtor Político
El periodismo en México, como el de todo el mundo, se ejerce con el valor, la honestidad y, desde luego, el arduo e intenso trabajo de quienes lo practican para reflejar la realidad en las páginas de los periódicos y las revistas impresas, en los programas informativos de radio y televisión y, desde hace dos décadas, en los portales electrónicos.
En reportajes, entrevistas, notas informativas, artículos, columnas, ensayos y crónicas, los periodistas exponen diariamente su versión del acontecer social, político y económico con el objetivo de realizar un periodismo veraz que, en más de una ocasión, no es bien recibido por quienes ostentan el poder de una nación, un estado o un municipio.
Pero, ¿qué pasa cuando el periodismo o la prensa se divorcian de la realidad? ¿Qué sucede cuando una parte de los medios refleja una realidad distinta a la que se vive? ¿Qué pasa cuando predomina la sensación generalizada de que lo leído, visto o escuchado no es lo que vive la población?
Cuando esto sucede, el pueblo está en peligro y se ha deteriorado el tejido social y político; estamos frente a una crisis que, en el corto plazo, podría convertirse en un estallido social de graves consecuencias.
Pero, sin alarmar ni generalizar en demasía, podemos tomar como muestra lo ocurrido en nuestro país en el pasado reciente. En el año 2000, la alternancia en el poder político nos ofreció ‘un nuevo rostro’ cuando el Partido Acción Nacional (PAN) sacó de la Presidencia de la República al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y se creyó falsamente que las cosas iban a cambiar para la clase abandonada y desprotegida.
Sin embargo, el ejercicio ‘democrático’ del 2000 a 2012 fue sólo una reedición mal hecha de la política anterior, razón por la que el PRI regresó a la presidencia con Enrique Peña Nieto. La prensa desempeñó un papel importante en ese periodo, aunque respondía a los mismos intereses.
Seis años, de 2012 a 2018, fueron suficientes para darnos cuenta que el PRI no entendió la lección y que quizás había desperdiciado la última oportunidad que los mexicanos le brindaron. Los escándalos en los que se vio envuelto el gobierno peñista –entre ellos el de la ‘Casa Blanca’ y el de Ayotzinapa, que en realidad era lumbre de otro tlecuile– fueron magnificados por la prensa, en 2018 llevaron a los votantes a que eligieran a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México bajo la bandera de la democracia y el lema ‘primero los pobres’.
Ya conocemos lo sucedido en los tres años siguientes: un Presidente demagogo, soberbio, prepotente, autoritario y el más mentiroso de la historia de México. Un mandatario cuya administración no ataca los males del país sino que los profundiza; pues ahora estamos viendo más pobreza, miseria extrema, marginación y menos obras sociales; los números más altos de inseguridad y violencia; cerca de un millón de muertos por COVID-19 y corrupción rampante bajo el manto protector de Palacio Nacional.
En esta administración, al menos una parte de la prensa ha sido crítica de las malas políticas del gobierno morenista y éste ha tenido que enfrentarla, calumniarla y satanizarla. El poder del Estado se ha ensañado contra la prensa mediante la aplicación de la simplona regla ‘o estás conmigo o contra mí’. El de AMLO es un régimen de represión contra periodistas y medios informativos que no se ciñen a sus consignas.
A pesar de ello –no solo del año 2000 a la fecha, sino mucho antes– la realidad de lo que sucede en México no ha encontrado cabida en la prensa hablada, visual o escrita; y su reflejo más fiel es la distorsión de la realidad, porque los intereses más poderosos de la nación tienen sometida a la mayoría de los medios de comunicación con mayor influencia, cuyos directivos omiten difundir los síntomas de descomposición que se aprecian en nuestra sociedad.
Por eso cobra mucha importancia hacer un reconocimiento a la revista de análisis político buzos de la noticia, que esta semana llegó a su edición número mil. En estos años, Buzos se ha convertido en la revista semanal más relevante de México por la forma en que practica el periodismo de investigación y por la profundidad crítica de sus análisis. En sus más de 60 mil páginas se ha ofrecido una realidad de México, que otros medios y los gobiernos han intentado ocultar a través del periodismo oficial.
Buzos es exitosa porque le da voz al pueblo: a las amas de casa, a los obreros, campesinos, estudiantes y médicos; con su labor periodística, Buzos expone verdades que no gustan a los poderosos; da voz a las clases populares y al pueblo trabajador, que genera la riqueza del país. Por estas razones, el número mil de este semanario abre el camino del periodismo veraz, el que expresa la realidad y lo que la gente siente y quiere. Ésta es la tarea y buzos la sigue cumpliendo. ¡Muchas felicidades! Por el momento, querido lector, es todo. #MilRevistasBuzos