Si en un futuro no muy lejano, México logra tener un ejército de profesionales instruido teórica y prácticamente para servir al pueblo y no para sí mismo, entonces podremos afirmar que hemos ganado la batalla.
Hace unos días nos enteramos que jóvenes pertenecientes a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) realizaron una protesta pública para exigir que todo el estudiantado del país sea vacunado contra el COVID-19 antes de volver a las clases presenciales.
La postura de la organización liderada por Isaías Chanona Hernández es muy clara: el regreso a clases presenciales debe hacerse siempre y cuando los estudiantes estén inmunizados y no sólo los maestros, pues de lo contrario el número de contagios será mayor.
En la primera semana de marzo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) difundió que México es el país de América Latina donde las escuelas han permanecido cerradas por más tiempo debido a la pandemia de COVID-19, y que este hecho agudizará los graves problemas de aprendizaje que padecen los estudiantes del país.
La Unicef indica que urge reabrir los colegios al menos en las regiones donde los contagios se han reducido, pero tal disminución solo existe en las cifras que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell; ya que, en realidad, los contagios son millones y los muertos rondan el medio millón.
“Los resultados de 2018 en la prueba estandarizada Planea muestran que el 80 por ciento de los estudiantes de primaria no alcanzaban los conocimientos esperados en matemáticas, lectura y escritura. En este nuevo año de educación no presencial se ha agudizado, se abren brechas y aumentan las desigualdades que ya existían”, reporta la oficina especializada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
¿Qué ha cambiado hoy para que el Gobierno de México se disponga a reanudar las clases presenciales? Nada; y aunque la iniciativa es buena, en la práctica no lo será si solo los maestros son vacunados y los alumnos no lo están. Es necesario que todos, sin excepción, estén inmunizados.
En agosto de 2020, el gobierno declaró que no había condiciones adecuadas para que los alumnos regresaran a las escuelas y decidió que el ciclo escolar se completara con clases a distancia, por lo que más de 30 millones de estudiantes siguieron sus clases por televisión e Internet, recurso que, en palabras de éstos, de sus maestros y los padres de familia, ha sido un fracaso y empeorado la educación de niños y jóvenes.
Entre los factores de este fracaso, destaca uno de fondo: que en México hay millones de niños vulnerables que no cuentan con los recursos necesarios para acceder a esos medios, pues tanto ellos como sus padres sobreviven apenas con un plato de frijoles y unas cuantas tortillas.
El rezago educativo que ya existe se profundizará aun más con el fracaso total del programa ‘Aprende en Casa’ y, para revertir esta situación, debe atenderse la demanda de la FNERRR en torno a que los gobiernos Federal y estatales vacunen a todos los maestros y todos los estudiantes; que se acondicione la ventilación de las escuelas y que, entre otras acciones más, se limite el número de estudiantes por aula.
El jueves 22 de abril, alrededor de 500 estudiantes protestaron frente a Palacio Nacional; y una semana después, el 29 de abril, una cantidad similar regresó al mismo sitio para insistir en la misma demanda, mientras otros estudiantes se manifestaban en las capitales de las 32 entidades de la República exigiendo la vacunación de estudiantes y maestros; el retorno a las clases presenciales y que el Gobierno Federal compre ya las vacunas; porque al ritmo con que las está adquiriendo y aplicando, se tardará ocho años para inmunizar a los 126 millones de mexicanos.
La falta de un plan de vacunación ágil y adecuado en el Gobierno Federal y de un retorno a clases presenciales seguro, desde el punto de vista sanitario, pueden superarse con las atinadas propuestas de la FNERRR, la cual está integrada por un ejército de profesionistas que se organiza para recibir el respaldo de la población en general, para ganar las batallas más justas y para servir al pueblo. Por el momento, querido lector, es todo.