Esténtor Político
En uno de los primeros consejos que Don Quijote otorgó a su escudero Sancho Panza, cuando se hizo cargo del gobierno de la Barataria, fue que procurara conocerse a sí mismo como gobernante y que luego no se hinchara como la rana que quiso igualarse con un buey.
Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la gran obra de la literatura universal, sin duda quiso heredarnos el conocimiento de que cuando uno se reconoce soberbio, violento, benevolente, tierno o modesto, podrá actuar con menos errores frente a sus semejantes.
“Del conocerse saldrá el no hincharte…”, porque quien pretende ir más allá de lo que puede sin conocerse, corre el riesgo de fracasar de manera estrepitosa. Es decir, hay que considerar nuestras capacidades y oportunidades.
La conseja que podemos encontrar en el Capítulo XLII de la Segunda Parte de ‘El Quijote’ es el de que seamos humildes, no solo por lo que somos, sino también por lo que hemos sido para no caer en la soberbia al olvidar nuestro pasado.
El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha olvidado su “origen humilde”, si es que alguna vez lo tuvo, y se ha ensoberbecido a tal grado, que no considera siquiera al primer círculo de sus colaboradores, a los miembros más destacados del partido que lo llevó al poder, ni mucho menos al pueblo de México, que diariamente le recrimina sus errores y malas decisiones.
La soberbia y falta de autoconocimiento de AMLO como persona y político lo inducen a no considerar las advertencias de organismos internacionales sobre las crisis que vive país, sobre todo la sanitaria, generada por el Covid-19, pero también la económica y la política.
El más reciente llamado de atención en este sentido fue hecho por el presidente la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, cuando instó al gobierno de México a ser “muy serio”, porque el número de contagios y muertes iban en aumento y era “muy preocupante” que no atendiera tal situación. El dirigente internacional, incluso, citó como ejemplo de situación caótica que el 12 de octubre se reportaran dos mil muertes, y el 23 de noviembre éstas se hayan duplicado al llegar a cuatro mil. “Esto demuestra que México está en mal estado”, advirtió el titular de la OMS.
Con datos de uno de los últimos fines de semana, cuando por primera vez se contabilizaron más de 12 mil infecciones en un solo día, Adhanom argumentó que México está en “mala forma” y que necesita tomar en serio la lucha contra la pandemia, porque a partir de los 100 mil muertos registrados el 20 de noviembre, el número crece. “El número de casos y muertes se duplicó. Queremos pedirle a México que se lo tome muy en serio”, insistió el médico internacional.
La respuesta de AMLO fue que en México “nadie se ha quedado sin la posibilidad de ser atendido”. Nada más falso que esta mentira, porque ¿cómo se explican los 106 mil muertos y el millón 122 mil contagios reconocidos por el gobierno hasta el dos de diciembre?
En la misma posición se halla Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, quien dijo que nada tenía que responder porque “si uno oye la posición de la OMS, lo dicen un poco de forma distinta por alguna razón, lo que dice es lo que le dice a todo el mundo”.
Además de ignorar las recomendaciones de la OMS en materia de salud, el Gobierno Federal ha sido igualmente omiso y agresivo en otras áreas vitales de la vida nacional. Por ejemplo, tres organizaciones internacionales defensoras de la libertad de expresión denunciaron recientemente que el Presidente de México tiene un discurso estigmatizador contra la prensa, y afirmaron que tienen pruebas de que sus discursos han generado amenazas de muerte, hostigamiento e intimidación contra comunicadores nacionales.
En una carta dirigida al mandatario, las organizaciones civiles Artículo 19º (A19), Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) han evidenciado su preocupación por el hecho de que los discursos de López Obrador influyen en otros funcionarios públicos, que destacan por atacar a periodistas, analistas y medios de comunicación que critican a su administración.
El mismo AMLO ha declarado que se deben desechar las recetas de siempre, propuestas por organismos internacionales. Sin embargo, los llamados recientes de la OMS y de otras instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI), abocadas a resaltar que el crecimiento económico del país es bajo, solo han logrado que AMLO les exija pedir disculpas a México por haber apoyado antes las reformas estructurales del gobierno neoliberal anterior, perdiendo con ello toda autoridad moral.
La soberbia del jefe del Poder Ejecutivo es extrema; no escucha a sus gobernados, a su partido ni a su gabinete; ahora ni siquiera atiende los graves problemas de sobrevivencia de sus paisanos de Tabasco; todo esto no presagia nada bueno y aleja la posibilidad de que los grandes lastres socioeconómicos sean resueltos en el futuro próximo. Sin duda alguna, a AMLO le quedó grande el puesto. Por el momento, querido lector, es todo.