A dos años de gobierno de AMLO somos los mexicanos quienes damos un grito de protesta contra una aparente “democracia”, una democracia inquisidora, una política del estigma y un gobierno selectivo. Somos nosotros los que ahora defenderemos la patria de su propio gobierno. Hacia allá debe virar la nueva tarea de la población inconforme ante un gobierno, según él, no de “corrupción”, pero sí, lleno de ineptitud para dirigir al país.
Con un grito al vacío culminó un día lleno de simbolismos para López Obrador. El espectáculo de la rifa del avión presidencial terminó aparentemente, pero, ¿ahora qué sigue?, ¿qué y cuál será el nuevo tema de la agenda presidencial, aparte del “juicio” político a los ex presidentes? Con el gobierno de la ocurrencia todo es posible, desde hacer algo pequeño hasta lo más grande, y para eso se ha preparado el terreno político en México. La máscara del lópezobradorismo se ha caído y atenta contra todos, incluso contra el propio pueblo.
Tenemos un presidente (AMLO) que miente, un gobierno (y en los últimos días ha estado, se le nota) muy enojado y totalmente desconcertado; también vemos un grupo, muy pobre, de seguidores mangoneados por un dogmatismo y un fanatismo ciego que suele ser disfrazado como apoyo popular. La soberbia del poder llevó a la improvisación para salvarse de su propia destrucción. Y así es como han gobernado con aparente “legitimidad”, pero sin darnos cuenta que la democracia corre un gravísimo peligro.
La prensa y las redes sociales ya no son tan elogiadas como en tiempos de campaña, ahora son malditas redes, ahora son los enemigos que, según la paranoia obradorista, tratan de derrocarlo. El acoso presidencial es aterrador y respalda cualquier consecuencia en contra de quienes laboramos en el periodismo porque representa una fuga de responsabilidades.
En pocas palabras, el presidente da paso y justifica los ataques a la prensa, comienza a perseguir con más descaro, a quien no está de acuerdo con su “régimen ideal” de transformación de cuarta.
La gestión del gobierno es una tragedia, los buenos resultados ya no se dieron y y empeoran más cada día. México está de luto, la pandemia está fuera de control superando las 70 mil muertes y siendo el 4to país con mayor letalidad en todo el mundo, además de ya casi tener a 700 mil contagios; la corrupción del presente es peor a la del pasado, y la violencia también tiene víctimas. De esto no se habla porque representa la ineptitud del gobierno de AMLO y de su proyecto político. Pero sin duda el costo político de las muertes será brutal en los próximos comicios electorales. Ante tanto desastre y la falta de espectáculos, comienza la búsqueda de pretextos para victimizarse.
Las palabras del Presidente suenan y son huecas pero incitan al linchamiento mediático y político usando a diestra y siniestra a la UIF con su “perrito faldero”, Santiago Nieto; también usa como sus “torres contenedoras” y represivas contra la población, a gobernadores como el de Puebla, Miguel Barbosa, cuya aprobación es la peor de todos los gobernantes. Ser la cabeza del Estado mexicano no ha mejorado su convicción política; predica justicia y delito contra sus adversarios, con los suyos resultan aportaciones admirables a la “causa heroica de transformación”.
Los 20 vivas de AMLO desde el balcón del Palacio Nacional de este 15 de septiembre, no fueron más que palabras al aire que se han ido muy lejos pero que le regresarán en el 2021, pero ya no en boca de él, sino de un pueblo lleno de hartazgo y muy enconado por la emulación hitleriana que ya se ve en el México de nuestros días. Por el momento, querido lector, es todo.