El cúmulo de años en sus vidas significa aprendizaje y sabiduría. Su cabello y su piel denotan el paso del tiempo en el que constituyeron una familia, y coadyuvaron al desarrollo del país con su trabajo y esfuerzo, así son los abuelos.
Algunos tienen la satisfacción al brindar su tiempo a sus nietos, otros gustan de realizar algún trabajo para obtener ingresos y sentirse útiles en lo que hacen, al aplicar su experiencia de vida.
Para la investigadora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, María Montero y López Lena, “la abuelidad es un privilegio biológico y social. Se debe favorecer la fase de la vejez con su libre expresión y derecho a seguir construyendo una vida dinámica, en la que no haya reglas que les impida soñar porque ya son abuelos. Tenemos que romper con esas creencias sesgadas”.
Ellos son el pilar de cualquier familia y participan en la educación de niños y adolescentes al transmitirles experiencias, tranquilidad, cariño y estabilidad. El beneficio es mutuo, porque los abuelos también se enriquecen emocionalmente si están en contacto con sus hijos y nietos.
La universitaria recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reclasificó los rasgos de la vejez debido a la expectativa de vida que se tiene en la actualidad. Por ejemplo, ahora la población de 0 a 17 años de edad es definida como menor, la juventud va de 18 a 65 años, la edad media de 66 a 79, los ancianos de 80 a 99, y quienes tienen más de 100 años de edad son considerados mayores de larga vida.
Cerca del 70% de las personas con más de 60 años son funcionalmente activas, sufren enfermedades propias de la edad, pero tienen lucidez y son independientes, dice.
Montero y López Lena resaltó que la función de la “abuelidad” debe redefinirse, enriquecerse y entenderse para que las futuras generaciones integren el derecho que tiene la adultez mayor a ser digna, funcional, saludable y proactiva.
Tras recordar que ésta es la primera vez en la historia de la humanidad que conviven cuatro generaciones, debido al aumento de la expectativa de vida, subrayó la necesidad de reivindicar el rol de los abuelos como fuente de preservación, experiencia y capacidad de aprendizaje, para romper con prejuicios que se tienen acerca del adulto mayor.
En ocasión del Día de los Abuelos en México, que se festeja el 28 de agosto, indicó que en esta conmemoración existen componentes relevantes: el reconocimiento de su importancia en la red familiar -pues además de ser un eslabón en su origen y trayectoria, es figura de respeto, conocimiento y amor-, y el significado de continuidad genética y social.
Afecto
De acuerdo con la especialista en envejecimiento, el confinamiento que se vive actualmente hace vulnerables a todas las personas, y mantener un contacto afectivo con la gente mayor nutre la funcionalidad de cada integrante de la familia, pues se promueve la salud física y mental.
“Una cosa es estar aislado por prevención y otra estar solo, sin vínculo físico o afectivo. Por eso, es bueno que a los abuelos independientes, que viven en casa aparte, se les haga una llamada al día para mantener el contacto social y el vínculo afectivo”, recomendó.
Es necesario monitorear si necesitan ayuda física, como abastecimiento de alimentos o asistir al médico. “También es buena idea acercarse a ellos para aprender cómo sobrellevan esta situación y cómo optimizan sus recursos”.
La académica también consideró adecuado usar las herramientas digitales, como videollamadas: “que toda la familia se ponga de acuerdo para, a una hora determinada, interactuar con ellos, convivir un rato”.
El 28 de agosto forma parte de una construcción social, porque no todos tienen el privilegio de ser abuelos, y la importancia de esta efeméride es reflexionar sobre cómo se envejece, cómo ejercer el derecho de la abuelidad y este rol en distintos contextos.
“Lo que festejamos en su día es que llegan a ser abuelos, porque es un triunfo, sobre todo en esta pandemia. Empecemos a romper el sesgo de considerarlos ‘viejitos’ o gente dependiente, porque no lo son”, aclaró.
Las vejeces
Al hacer referencia a las “vejeces”, María Montero y López Lena explicó que este concepto hace referencia a la diversidad de formas de envejecer, vinculadas a factores biológicos y contextuales. “Todo organismo presenta transformaciones a lo largo del ciclo de vida; sin embargo, la capacidad adaptativa determinará el nivel de funcionalidad físico-cognitiva y social que se mantenga hasta edades avanzadas”.
Las condiciones del contexto facilitan también la diversidad de vejeces, pues no es lo mismo llegar a los 60 años con estabilidad económica, que con escasez y sin inseguridad social y ambiental.
También se refieren las particularidades de grupos culturales. Así, a las vulnerabilidades derivadas del contexto socio-económico se adicionan los sesgos por discriminación étnica o grupal.
“Los abordajes que se hagan sobre la vejez deben ser analíticos e incluyentes, considerando las particularidades y buscando siempre el respeto a la inclusión y a los derechos humanos”, concluyó.