Los políticos del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no saben gobernar, y los cargos que hoy ocupan, desde el de la Presidencia de la República hasta el de la comunidad municipal más modesta, les quedan muy grandes. Las razones de este hecho son diversas: llegaron al poder sin estar preparados intelectual y políticamente para enfrentar los problemas de los mexicanos; es manifiesta su incapacidad técnica para definir planes y estrategias en los tres niveles de gobierno y, por si fuera poco, no tienen voluntad política para atacar realmente los problemas del país, incluidos entre ellos los que prometieron “barrer”: la corrupción, la inseguridad pública y el descenso económico. Además, la mayoría de ellos llegaron a posiciones de mando gracias a que se treparon a la ola electoral del obradorismo; prueba de ello son su odio al pueblo y sus actitudes arrogantes y despóticas.
Hace un mes, aproximadamente, el senador Ricardo Monreal reveló que existe una verdadera preocupación en Morena por los malos resultados que sus gobiernos han tenido en varias entidades. Por algunas alusiones pudo inferirse que se refería a las pésimas administraciones de Cuitláhuac García Jiménez (Veracruz), Miguel Barbosa Huerta (Puebla) y Cuauhtémoc Blanco (Morelos); pero la lista es más larga.
El legislador zacatecano los describió “vapuleados” y, por su mala gestión, prevé que las elecciones del próximo año serán “complicadas” para Morena en estos estados. “Un mal gobierno que Morena ganó con contundencia y del que no han provenido resultados tangibles o no ha habido un proceso armónico en el estado o en el municipio, por supuesto que afecta, porque el voto se refrenda cada tres años y así como te dio la gente el voto, te lo puede quitar”.
El senador hizo además una confesión: “lo que preocupa es que Andrés Manuel López Obrador no esté en la boleta el próximo año”. Está consciente de que su partido no volverá a funcionar como la “aplanadora” electoral de 2018 en los comicios federales y locales de 2021; sabe que en Puebla, el enfermo político y mental que gobierna ha enviado iniciativas de contenido electoral al Congreso Local para lograr a toda costa que gane Morena.
A estas alturas, los mexicanos han advertido ya que la realidad, en vez de mejorar, empeora; la corrupción sigue ahí, pero con otros protagonistas; la inseguridad no se ha reducido. Un reciente estudio de Mitofsky reveló que el 56 por ciento de los consultados expresó sentirse más inseguro que en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto y que los funcionarios y políticos de la “Cuarta Transformación” (4T) son tan malos que ni siquiera pueden arreglar los pleitos internos de Morena.
Del COVID-19 y la economía mejor ni hablar. La falta de personal y equipo en hospitales y clínicas en zonas marginadas sitúan a México entre los 10 países con más víctimas de la pandemia. La crisis económica, iniciada en 2019, ya es una catástrofe debido a que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha negado su apoyo a las empresas, a los trabajadores que perdieron sus empleos y a las familias pobres que hoy padecen hambre.
La actitud insensible e irresponsable del Gobierno Federal frente a la emergencia sanitaria y económica incrementará la inseguridad pública y la violencia delictiva y estos problemas sociales operarán como los troncos atravesados que impidan la recuperación económica en los próximos dos años. Es cierto que la crisis estructural viene de las administraciones pasadas; pero el gobierno de AMLO vino a empeorar las cosas.
El próximo año habrá elecciones federales para renovar a los 500 nuevos integrantes de la Cámara de Diputados y 16 gubernaturas estatales; los resultados determinarán el futuro político de México. Desde ahora, la meta del gobierno de AMLO es obtener el mayor número posible de las gubernaturas en juego y conservar su mayoría en el Congreso Federal usando todo tipo de maniobras.
La oposición no se decide aún a tejer alianzas a pesar de la evidente necesidad de crear un frente común que se oponga al proyecto hegemónico de Morena, cuyo gobierno contará con dinero suficiente, el poder político federal y todos los medios a su alcance para robarse la próxima elección y anular los incipientes avances de la democracia electoral mexicana.
Pero AMLO y su partido no las tienen todas consigo. Los malos resultados de Morena en los tres niveles de gobierno; los actos de soberbia y abusos de poder como los que está cometiendo Miguel Barbosa en Puebla; y la crisis interna que hoy padece el partido en el poder y que lo amenaza con la desintegración van a pasarles factura.
Todo lo anterior debe servir a los mexicanos para decidir mejor su voto en 2021. Pero para ello es necesario que los partidos de oposición tomen conciencia de que para los electores, la mala gestión gubernamental de la 4T y las frecuentes ocurrencias de AMLO se deben a que los morenistas no saben gobernar. Por el momento, querido lector, es todo.